Cuenta Jaime Obando –responsable junto a su hermano Víctor de que a día de hoy haya picos salidos de su fábrica de Utrera en medio mundo- una historia que aunque por rocambolesca puede parecer salida de su imaginación, pero que está más que contrastada por sus protagonistas… y fue en Sanlúcar

 

Todas las personas están marcadas por un momento y un lugar concretos en sus vidas, en el que su futuro puede ir hacia el éxito o hacia el fracaso. Es lo que cuenta, por ejemplo, Javier Cercas en Anatomía de un instante o Woody Allen en Match Point. A Jaime Obando el destino le sonrió un mediodía en Bajo de Guía.

En realidad, lo que hoy en día es Obando se debe paradójicamente a Fernando Hermoso, uno de los propietarios del mítico Casa Bigote de Sanlúcar. De esto hace como unos 10 años. El pico rústico de Obando ya había nacido, gustaba mucho, pero no terminaba de ser bien aceptado por el mercado, por su precio elevado frente a la competencia existente en ese momento.  Jaime tenía ruta ese día por la provincia de Cádiz, y entre las paradas estaba incluida la recogida a un distribuidor de 10 cajas de picos rústicos que no había manera de vender. Obando las cargó resignado en su coche y se dirigió a Bajo de Guía donde había quedado para comer con un amigo en la barra de Bigote.

Picos Obando. Foto cedida por la empresa

Picos Obando. Foto cedida por la empresa

El utrerano, avispado comerciante, no quería desaprovechar la oportunidad de mostrar su producto estrella al propietario de tan prestigioso restaurante, así que le ofreció al camarero que les servía una caja de muestra para sus jefes. El disciplinado empleado le contestó que por política de empresa no estaban autorizados a coger ningún producto de cortesía y a pesar de la insistencia de Jaime no hubo manera.

Y aquí es cuando entra en juego el destino. La voluminosa caja de picos ocupaba media de la siempre abarrotada barra de Bigote, con la consiguiente incomodidad de los vecinos que peleaban por cada centímetro cuadrado. Tal era el agobio, que en un torpe movimiento, la caja golpeó varias copas que se cayeron con estrépito al suelo. El camarero lanzó una mirada asesina a Jaime en la que perfectamente se leía “Vaya la que estás liando con la p… cajita, campeón”, pero Obando le supo dar la vuelta para aprovechar la confusión y pedirle que la quitara de en medio para dejar de molestar, entrando de esta manera los picos en la cocina de Bigote, lo que le permitió a Jaime devolverle la miradita al camarero con una media sonrisa que claramente denotaba un “Ea, po ya te la he metío, máquina”.

Picos Obando. Foto cedida por la empresa

La versión de los picos «liaos», también conocido como campero,  de Obando. Foto cedida por la empresa

Lo que vino después, es fácil de imaginar. Fernando Hermoso  vio allí los picos, los probó y le encantaron hasta tal punto que Bigote preguntó por quién los había traído.

– Buenos días, soy Fernando Hermoso, propietario de Casa Bigote, ¿son suyos los picos estos?

– Míos son, de Utrera, de Obando.

– Mándame 10 cajas, que me han encantado.

– Ahora mismito, en el coche las tengo.

A partir de ahí, la presencia en Casa Bigote sirvió de escaparate, que hizo de palanca para que el producto empezara a posicionarse en la costa de Cádiz, en Sevilla, en Madrid, para extenderse por toda España y dar el salto a Francia, Reino Unido, Holanda, Alemania, Corea o Estado Unidos, donde el chef José Andrés ya los ha pedido después de conocerlos en el Restaurante Antonio, de Zahara.

A día de hoy en las instalaciones de Obando en Utrera trabajan más de 50 personas en 3 turnos, que permiten que no se pare de producir en ningún momento. De esta manera, entran para su transformación todos los días 5.000 kgs. de harina, que se convierten en una media de 140.000 paquetes diarios.

Gama Obando. Foto cedida por la empresa

Gama Obando. Foto cedida por la empresa

Dice Jaime Obando que uno de sus secretos es que sus picos y regañás no llevan ningún químico adicional, ni conservantes ni nada raro que no sea harina, agua y sal, a la que le añaden masa madre natural, según la receta original desarrollada por Francisco Obando, fundador de la panadería en 1963. El respeto a los reposos, a las elaboraciones tradicionales y sencillas, como se ha hecho siempre, simplemente introduciendo algunas ayudas mecánicas para automatizar algunas procesos que no influyen en la calidad del producto, terminan de configurar un bocado exquisito.

Jaime Obando. Foto: Cosas de Comé

Jaime Obando. Foto: Cosas de Comé

De sus 12 variedades de picos, la estrella es indiscutiblemente el rústico, seguido del campero, y ya a mucha distancia, otras como el violín, el colín o la rosquilla, a lo que añaden también una parte dulce con la elaboración de mostachón, la merienda utrerana por excelencia.

Una ejemplar mezcla de esfuerzo, coraje y visión con una imprescindible pizca de fortuna. Eso es lo que ha llevado a esta familia sevillana a estar presentes en muchas mesas de medio mundo.

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