La centenaria panadería Torres fabrica desde hace más de cuarenta años bizcochos y brazos gitanos artesanos de una ternura y suavidad características. De los primeros elaboran al día más de una veintena.

 

Corrían los años setenta cuando Jerónima García dejó reposar su primer bizcocho sobre el mostrador de la Panadería Torres de La Algaba. Regentaba este establecimiento junto a su marido, Jesús Torres, perteneciente a una conocida saga de panaderos algabeños, y deseaba insuflar una “ayudita económica” al negocio. Así que se decidió a probar suerte con una receta tradicional de bizcocho de los de toda la vida. Los ingredientes: harina, huevo, azúcar y una dosis extra de cariño. Su pervivencia en el interior del local fue un visto y no visto. “A nuestros clientes les gustó tanto que se terminó rapidísimo”, rememora Jerónima. Al día siguiente con solo dos tenedores y algunas manos amigas, llegó a preparar hasta una veintena.

Jerónima García y Jesús Torres, ya jubilados, fueron los creadores de los famosos bizcochos y brazos gitanos del establecimiento. Foto: CosasDeComé

Jerónima García y Jesús Torres, ya jubilados, fueron los creadores de los famosos bizcochos y brazos gitanos del establecimiento. Foto: CosasDeComé

El resto, forma ya parte de la historia gastronómica de La Algaba. Ollas marrones clásicas que no cesaban de hervir a diario para dar vida a estos dulces artesanales y tiernos que, según relata Jerónima García, “al principio la gente se llevaba en platos hasta sus casas porque ni siquiera estábamos preparados con bolsas. El éxito del bizcocho nos pilló de sorpresa”.

Aspecto del bizcocho de panadería Torres, una vez quitado el envoltorio. Foto: CosasDeComé

 

Jerónima y su esposo Jesús Torres se encuentran jubilados a día de hoy. La panadería Torres pasó hace años a su hijo Antonio Jesús Torres García y a su esposa Piedad Vargas, quienes en la actualidad mantienen vivo el legado panadero y repostero de la familia. Pero, pese al paso de los años, las miradas de Jesús y Jerónima aún se iluminan al recordar aquellos primeros dulces que tanta popularidad dieron a la panadería. Y es que, antes de ellos, el establecimiento se dedicaba por completo y en exclusiva a la producción de pan, especialmente el popular pan prieto de La Algaba, en horno de leña. “Mi abuelo Antonio Torres fundó la panadería en 1890 y solo hacía prietos, mi padre ya introdujo el pan blanco. Con nosotros llegaron los bizcochos, brazos gitanos, rosquitos, pestiños, bollería…”, manifiesta Jesús Torres, orgulloso.

En el apartado de los ‘blanditos’, los brazos gitanos de Panadería Torres merecen mención a parte. Creados casi a la par de los bizcochos hace cuarenta años, junto a ellos continúan siendo a día de hoy las joyas de la corona de esta panadería algabeña. No hay más que echar un vistazo a la vitrina del establecimiento para contemplar cómo abarrotan gran parte de su espacio. “Mi suegra los inventó en cuatro modalidades: nata, cidra, chocolate y flan, el más original y el más vendido también”, explica Piedad Vargas, quien ha heredado el testigo repostero de Jerónima García. En este sentido, Piedad revela que la producción de los dulces de panadería Torres continúa siendo diaria y totalmente artesanal “con las recetas y las técnicas de aquel entonces, por eso continúan gustando tanto”. Ella y su esposo, Antonio Jesús Torres García, preparan unos veinticinco bizcochos al día que despachan al peso y que suelen acabarse siempre al terminar la jornada. Similar circunstancia viven con los brazos gitanos que “tienen enamorados en todos lados. Vienen de los pueblos de los alrededores para llevárselos. Y también de Sevilla”.

Los bizcochos y brazos gitanos ocupan un lugar preferente en la vitrina de la panadería Torres. Foto: CosasDeComé

Bizcochos y brazos gitanos ocupan un lugar preferente en la vitrina de la panadería Torres. Foto: CosasDeComé

Aunque los algabeños tampoco hacen ascos a estos dulces tradicionales. A pesar de que la venta entre sus vecinos resulta una constante durante todo el año es en Semana Santa cuando los habitantes de La Algaba consumen un mayor número de bizcochos y brazos gitanos. Las ventas de estos productos en la panadería Torres se multiplican durante esta semana festiva hasta alcanzar las cien unidades al día. “Los Jueves Santos y durante la Madrugá son los momentos en los que más se toman. Se ha convertido en casi una tradición en el pueblo”, aclara Piedad Vargas.

Piedad Vargas y su hermana Marisol, los rostros que actualmente atienden tras el mostrador del centenario local. Foto: CosasDeComé

Piedad Vargas y su hermana Marisol, los rostros que actualmente atienden tras el mostrador del centenario local. Foto: CosasDeComé

Y si de tradiciones se trata, la que es la cuarta generación de esta familia panadera, Antonio Jesús y Piedad, también se han ganado con sus creaciones más recientes un hueco entre las preferencias de sus convecinos para determinadas épocas del ello. Así, sus empanadas, roscos de Reyes de dos sabores, y tartas de hojaldre, crema pastelera y frutas se han popularizado asociadas a la Navidad de la Algaba. El resto del año, la panadería Torres es un ir y venir de cortadillos y palmeras, a la que han añadido una reciente novedad rosa con crema. También de panes de distinto tipo sin olvidar el prieto que rellenan, como marca la norma familiar, de chorizo, pringá y otras chacinas, e incluso de chocolate. «Nos gusta innovar y no dejar nunca de crear, para dejar así el pabellón bien alto como ya hicieron Jesús y Jerónima», sentencia Piedad. En aras de este deseo, el matrimonio Torres Vargas ha popularizado una versión en formato individual del famoso bizcocho de sus predecesores que resulta especialmente cómodo «para llevar en el bolso, y como merienda o desayuno en la maleta del colegio de los niños». La esencia de panadería Torres se abre paso también y perdura entre los últimos descendientes de la saga familiar.

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