Cuando pides los calentitos te dan a escoger entre vuelta y vuelta, normal, claritos o pasaitos, en función del punto de fritura

 

Manuel Martín López, 70 años  y churrero de ocupación, señala que «todo surgió hace unos 20 años de la voluntad de atender bien a los clientes. Algunos nos pedían los churros un poquitos menos hechos y a otros les gustaban más tostaitos. Nosotros intentábamos amoldarnos a todo y al final se convirtió en algo cotidiano».

Iba para fontanero, pero una enfermedad de su padre hizo que al terminar la mili se tuviera que incorporar al negocio familiar, a la cafetería Los Martines, un establecimiento muy conocido en San Juan de Aznalfarache y especializados en desayunos y meriendas.

Vista exterior de la cafetería Los Martines de San Juan de Aznalfarache. Foto: Cosasdecome

La sorpresa que te da este singular establecimiento, que tiene una estética que recuerda a los antiguos salones de té, es que ves como los clientes piden a las camareras que les ponga los churros «vuelta y vuelta» o «pasaitos», y es que en la cafetería se pueden pedir los churros de rueda con hasta cuatro puntos diferentes de fritura: vuelta y vuelta (el menos hecho), claritos, normales o pasaitos, los más fritos.

Los cuatro puntos calentinales de la churrería Martines

El propio Manuel Martín y su cuñado Manolo Jiménez, que se encargan de manejar los peroles donde se elaboran los churros de rueda y los de papa, se encargan de controlarlo todo para que salgan al punto solicitado. «Muchas veces tenemos que hacer ruedas pequeñas, tan solo para una persona, para que estén al punto que desea. Cuando hay mucha gente si se hacen las ruedas más grandes, pero tenemos que estar muy concentrados para que todo salga bien».

Manolo Jiménez con los calentitos de Los Martines en sus cuatro puntos de fritura. Foto: Cosasdecome

A la entrada de la cafetería está el despacho de churros situado en una hornacina acristalada. Allí los despachan para la calle, en cartuchos y en platos para los que se los toman en el salón. Los churreros no paran de tocar una pequeña palanca que regula la temperatura del aceite y que hace que se doren más o menos las ruedas, en función de los pedidos. El trabajo, que hacen a ojo, es milimétrico, ya que pasarse unos segundos hace que los churros ya no estén en el punto que desea el cliente.

Así es la zona donde se despachan y se hacen los churros. Foto: Cosasdecome

Manolo Jiménez, que aprendió el arte de la churrería de su cuñado y de su suegro señala que «aquí cambiamos el aceite todos los días. Los peroles se limpian y se les cambia el aceite cada día para que la fritura salga perfecta».

La cosa la empezaron Manuel Martín Fernández y su esposa Asunción López Mateo. Era el año 1969. Manuel tenía una pequeña empresa de construcción pero la iniciativa se torció. Un amigo, Alfonso, que regentaba un kiosko de churros en La Macarena, le enseñó a hacer los calentitos y Manuel y Asunción reconvirtieron el garaje de su casa en la calle Avenida 28 de Febrero en una churrería. También hacían patatas fritas y freían cortezas.

Manuel Martín Fernández y Asunción López, los fundadores del establecimiento. La pintura está colgada en el despacho de su hijo en la cafetería.

Así era la primera churrería de Los Martines. Foto: Cedida por el establecimiento.

La cosa fue tan bien y Manuel y Asunción se afanaban tanto en hacerlo las cosas correctamente que ya en 1973 montaron una primera cafetería donde servían desayunos y meriendas y hasta se llegaron a ofrecer actuaciones musicales, recuerda su hijo Manuel.

Lo de Los Martines, con s final, venía precisamente porque toda la familia trabajaba en el negocio. Una enfermedad en los huesos llevó a Manuel a tener que dejarlo. Manolo hijo acababa de hacer la mili. Se olvidó de lo de la fontanería y paso de pintar tubos a pintar ruedas de calentitos. «Yo tendría unos 22 años por entonces», recuerda.

Ya con Manuel al frente, se hizo otra remodelación del local en 1991, que es cuando la cafetería adquiere su aspecto actual que recuerda a los salones de té, a aquellas cafeterías con un toque elegante que se desarrollaron en España en el último cuarto del siglo XX.

«De la decoración nos ocupamos nosotros, recuerda Manuel, porque no teníamos mucho dinero para invertir. Hicimos una decoración novedosa que mantenemos todavía». El establecimiento tiene forma de u con dos grandes pasillos. En uno de ellos está la barra y en otro un salón. Al final los dos pasillos se unen en un amplio salón decorado con espejos. Además cuentan con terraza.

Solo sirven desayunos y meriendas. No solo tienen churros. Por la mañana hay tostadas con varios tipos de pan que se exponen en una hornacina y numerosas cosas para untar. En los carteles anuncian que tienen «pringá flambeada» y que consiste en darle un toque en el tostador al pan ya con la pringá untada lo que hace que esta se ponga en estado de soltar jugos.

Ocho montaditos para pringarse… y mucho

Por las tardes también hay merienda especial, unas tortas con nata que elaboran ellos mismos y que son otro clásico de la casa. Solo abren para meriendas y desayunos. «Antes abríamos todo el día pero ahora preferimos centrarnos en estos dos servicios».

Manuel señala que «yo no he visto a nadie que haga esto, pero nosotros lo hacemos tan sólo para atender a nuestros clientes como se merecen, para agradecerles su lealtad durante tantos años».

Horarios, localización, teléfono y más datos de la cafetería Los Martines, aquí.

Unos carteles colocados en el establecimiento anuncian las tortitas y las tostadas con pringá «flambeada». Foto: Cosasdecome

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