Llegan en un plato de forma rectangular, con decoración geométrica. Vienen tres ejemplares de mediano tamaño tan sólo embellecidos por unas hojas de lechuga que les ayudan a no moverse en el plato en el paseo entre la cocina y la mesa. Tienen forma esférica pero un poco amorfa, como si el libre albedrío se hubiera manifestado en la croqueta. Llegan rubias, de esas de buena «cara de fritura». La forma esférica, el paradigma del «nuevo croqueterismo«, te hace pensar que estaremos ante una de las típicas croquetas muy cremosas de moda, pero el primer bocado te descontrola totalmente y te lleva al nirvana abechamelado con tropezones. La croqueta está cremosa, pero tiene consistencia. Está caliente, pero no quema y la bechamel tiene un sabor realmente enamorante. El cocido se deja ver pero de forma elegante, a medio camino entre la finura de las masas croqueteras imperantes venidas del norte y el sabor profundo de la croqueta del puchero típica de la cocina andaluza, más contundente de masa y de formas. Por dentro se manifiestan pequeños tropezones, pero no solo carnívoros, sino de zanahorias o de otras verduras del cocido. Me doy cuenta de que me he enamorado, bechamelísticamente hablando, y por eso me atrevo a decir que estamos ante las mejores croquetas del cocido de Sevilla…aunque estoy dispuesto a hablar, a que me digas tu opinión e incluso no estés conforme o consideres que soy más exagerao que una pavía del tamaño del Sánchez Pizjuán.
Miguel Campos Gutiérrez, el gerente del establecimiento, señala que la fórmula actual es relativamente joven, lleva unos 3 años en carta, desde que está con ellos el cocinero sevillano Samuel Jesús Japón, que es el que elabora la fórmula magistral.
«Muchos clientes me comentan lo buenas que están las croquetas. Así es. Las hacemos del cocido, de jamón y otras que vamos variando». Las del cocido llevan mantequilla y leche, además un sofrito realizado con verduras del guiso y también tropezones carnívoros de la pringá. La tapa sale a 3,80 euros (precio a mayo de 2023).