La pijota es uno de los seres más bellos que ha dado la creación en lo que a tema marinero se refiere.
Freir pijotas es una asignatura de las más complicadas y el que lo hace bien es que ha superado el «master» de freiduría. Estas pijotas de La Barra de Inchausti son de matrícula de honor. Primero porque la matería prima es excepcional. Conchi Inchausti, la cocinera de La Barra de Inchausti, señala que estos ejemplares que nos comimos, de tamaño medianito, venían desde Isla Cristina, aunque señala que en otras ocasiones llegan también desde Sanlúcar. Venían con las vísceras quitadas pero conservando la cabeza que es una zona de alto interés tapatológico. El cuerpo blanco y la carne jugosísima gracias a una primorosa fritura en aceite de girasol, que renuevan mucho, señala Conchi. La capa de harina fina hace que las piezas estén de lo más crujientes por fuera. Gran aplauso freidoso. Para acompañar surtido de piquitos de Obando de Utrera. La media ración sale a 8,20 euros (precio a mayo de 2019)
El descubrimiento pertenece a la ciencia de:
Freiduría Artística Mayor: Esta cienca tapatológica estudia las tapas de pescado frito, cuando se trata de piezas enteras de pez.