Churros de alta escuela churrística. Son de los gordos, de masa bastante esponjosa y crujientes por fuera, rubitos y sin nada de aceite. La ración de calentitos viene presentada en una bandeja de las de aluminio que le da un toque de «reliquia» de lo más agradable.
El sitio tiene mesas para desayunar y también barra. Recomiendo ponerse en la barra y, si es posible, cerca de la cocina, para contemplar el espectáculo de ver trabajar a Manuel Gaitán, el encargado del local y también el que hace los churros. Manuel está atento al perol y, a la vez, prepara los bocadillos que sirven para desayunar y que son también muy demandados, sobre todo el de jamón ibérico, el «especial» de la casa, que cortan a cuchillo también en la propia barra.
Manuel frie los churros en aceite altooléico muy caliente para que queden crujientes. A sus 53 años, lleva ya 28 haciendo los churros de este establecimiento. Aprendió a hacerlos en El Orobal, un sitio que estaba cerca de El Comercio.
Una cosa curiosa del establecimiento es que no dejan de hacer churros durante todo el día. Así se pueden tomar ininterrumpidamente desde las siete y media de la mañana y hasta las 9 de la noche, que es cuando cierran, por lo que si te apetece te puedes comer los churros hasta para almorzar. La ración sale a 2 euros y si te apetecen con chocolate el vaso sale a 2,30. El cafelito caliente es a 1,40. Los preparan también para llevar ya sea en ruedas o en raciones individuales presentados en una pequeña caja de cartón.
El descubrimiento pertenece a la ciencia de:
Churrismo: El churrismo es un área científica del área de Desayunística, la ciencia que estudia los desayunos.