La historia de la freiduría comienza en 1904 cuando Rosario Luque, bisabuela de la actual gerente, abre un despacho de pavias en el arco del Postigo. Luego pondría en marcha también el actual establecimiento situado en la calle Arfe. En la gestión le han ido sucediendo luego Carmen Rey, Isabelita Rey, y Ana y María Jesús Molina, que es la que ahora regenta el sitio junto a su hija Anabel. (Aquí la historia del establecimiento).
La freiduría tiene mucho encanto. Se puede ver como realizan todo el proceso de preparar el pescado. Delante de los clientes, lo enharinas y lo frien. Lo preparan bajo pedido para que así siempre esté caliente. Algunos de los elementos del bar, muy pequeño, tienen también muchos años de vida, sobre todo el mostrador de madera rematado por una tabla de mármol. El producto casi exclusivo de la casa es el pescado frito que sirven en cartuchos de papel de estraza, típico de las freidurías de pescado, para que así los clientes se lo puedan llevar para casa comodamente. Se puede comprar para llevar o comer en la freiduría en algunas mesas altas que tienen junto al mostrador. Otra de las peculiaridades es que todo el pescado que venden está partido en trozos y sin espinas, para facilitar su consumo. Lo más solicitado los chocos y el adobo, aunque tienen casi una decena de especialidades. El pescado se puede pedir por teléfono pero no admiten reservas ya que el sitio es muy pequeño. El pescado se vende al peso.
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