El establecimiento se fundó en 2013, ocupando una antigua bodega que ha sido rehabilitada. De todos modos la historia se remonta a 1971 cuando lo tenía Santiago Gómez. Ahora es su hija Antonia, la que lo regenta.
El sitio tiene encanto. Tras la cancela verde que le da nombre hay un primer salón grande donde está la barra. Está decorado con aperos de labranza y toques de decoración rústica. Más hacia dentro un segundo comedor en una especie de patio interior y luego otro comedor más. En lo gastronómico carta amplia de contenido tradicional. Hay un primer y cuidado apartado de chacinas, para luego tocar aliños y ensaladas, frituras, tostas y montaditos, algo de pescado, guisoteo, arroces y algo de carne ibérica a la parrilla. Muchas de las propuestas se pueden tomar por tapas. En temporada tienen mosto de la zona y también setas que preparan de diversas formas. Admiten reservas.
Precio: Entre 10 y 20 euros por persona.
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