Calle Camilo José Cela n. 2
La Carboná se abrió en el año 1970 en las antiguas dependencias de la bodega Perona de Castilleja. El restaurante lo puso en marcha Miguel Espinosa Sepulveda que había visto restaurantes como estos en Suiza, donde trabajaba y se quizo traer la fórmula a su ciudad. Espinosa pasó el testigo en el año 2003 a John Gordon, que era cliente habitual del establecimiento. En este mismo año se trasladan a un nuevo local, otra antigua bodega, a la calle Camilo José Cela, donde siguen en la actualidad. Aquí toda la historia del sitio.
El sitio tiene encanto. Se trata de un espacio grande, con capacidad para 200 personas y que mantiene la estética de antigua bodega con techos altos y una decoración a base de muebles antiguos, mesas de madera y una gran chimenea que preside el comedor. Como curiosidad tienen unas mesas bajas que son parecidas a las que había en los restaurantes de Suiza en los que se inspiró Miguel Espinos para poner en marcha su firma. Lo más llamativo del local es su oferta gastronómica con un solo plato, unos finos filetes que pueden ser de cerdo, ternera o pollo y que se sirven al comensal crudos para que se los haga en una parrilla que colocan en la mesa. Para acompañar aceitunas, patatas fritas y una ensalada mixta aromatizada con mostaza. De postre helados. Admiten reservas.
Precio: Entre 10 y 20 euros por persona.
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