Acaban de abrir en septiembre de 2019 tras una remodelación del establecimiento que les ha llevado a ampliar sus cocinas y a remozar un poco las instalaciones pero sin tocar el aspecto del establecimiento cuyas paredes están llenas de aperos de labranza y objetos antiguos. Todo es tan original como el nombre del sitio: Verde Flojito. La cosa viene porque una de las hijas de Fernando Marcero, el cocinero que fundó el establecimiento en 2008 decía que su padre tenía los ojos “Verde Flojito” y de ahí el título. Ahora es Laura Aguilar, una de sus camareras, la que lleva el establecimiento, pero ha mantenido intacto el estilo y el recetario de la casa: platos tradicionales, de los de mojar pan de “miga flojita”, además de alguna propuesta más innovadora. Lo más seguido de la casa son las migas, los alcauciles rellenos, el atún con chocolate, el revuelto de morcilla y el pisto. Todo suele ir decorado, además de una manera muy personal, con mucha presencia de flores.  Carta con muchos platos para veganos y vegetarianos. Cuentan con comedor interior y un patio. Postres caseros. Admiten reservas. Ofrecen también un menú degustación para dos escogiendo 6 platos de la carta. La carta de vinos también es muy original ya que una parte de ellos está hecho especialmente para el establecimiento y los demás son también poco habituales en el mercado. Tienen también menú del día.

Comedor de Verde Flojito. Cedida por el establecimiento

La terraza también está decorada de forma curiosa. Foto: Cedida por Verde Flojito