Se trata de quisquillas de Huelva, que descabezan en el propio establecimiento y que frien, ligeramente enharinadas. Están jugosas y ligeramente crujientes por fuera. Se come la piel perfectamente, apenas se nota. La tapa, generosa, sale a 3,5 euros (precio a octubre de 20219, y en un fin de semana pueden salir hasta 12 kilos.
Llevan ya más de 20 años en la carta. La tapa surgió por casualidad. Un día José Galán, el propietario del establecimiento y cocinero, fue a comprar el pescado, y el pescadero le dijo «Llevaté estas gambitas. Te las dejo a buen precio. Las puedes hacer fritas, ya verás que buenas» y José le hizo caso. Llegó al bar, le quitó las cabezas y las frió…desde entonces no han parado de recibir aplausos.
Utilizan quisquillas que traen de Huelva. Les quitan las cabezas, que luego utilizan para darle sabor a los caldos y las frien. Moisés Galán señala que «la clave está en utilizar aceite limpio y tener el marisco muy poco tiempo en la freidora, tan sólo unos segundos para que no quede seco».