Son una versión «libre» de los churros de rueda, también conocidos como «de los gordos» o calentitos, ya que aunque en su estructura de masa se parecen a estos, son mucho más finos, tan sólo un poco más de los de patata. Su textura es de las buenas, con interior hojaldrado y ligero y exterior crujiente, sin sobras de aceite, otra obra cumbre del churrismo. La fórmula tiene su historia ya que la receta que utilizan es de mediados del siglo XX, concretamente de 1944 cuando Rosario Rey Rios abre una pequeña churrería junto al mercado de abastos de Osuna. Chari López Gómez, su nieta, sigue manteniendo intacta la fórmula de su abuela y es ella misma la que todas las mañanas, a las siete, elabora la masa. Chari señala que «hay que variarla en función del tiempo, las cantidades de harina y de agua varian en función del día que haga». Utilizan además levadura que elaboran ellos mismos, con un métido parecido al que se utiliza para la masa madre del pan. Los churros se sirven por raciones, de tamaño generoso que salen a 1 euro, al igual que el café para acompañar. Tienen también disponible chocolate y hacen también churros de patata.
El descubrimiento pertenece a la ciencia de:
Churrismo: El churrismo es un área científica del área de Desayunística, la ciencia que estudia los desayunos