Viene calentito. Si le metes el cuchillo por aquello de compartir, el crujio del pan emociona más que unas bulerías de Camarón. El olor es irresistible. El montaito se presenta solo, sin artificio, tan sólo «embellecido» por una servilleta para absorber alguna gota furtiva de caldo que caiga de su interior y que amenace con producirte un lamparón en la camisa. El montadito de pringá de la Bodeguita Romero es diferente. Sus interiores no van picados, sino que se ven los trozos de tocino de papada, el bamboleante, la morcilla y la carne de falda de ternera. Para obtener el lado carnívoro en el establecimiento hacen un cocido del que se saca la parte «apringonada». Pedro Romero, el alma mater de la bodeguita Romero señala que la clave está en calentar el pan en el punto justo «para que la pringá esté calentita, pero jugosa, y la corteza del bollito prieto quede crujiente». El montadito de pringá sale a 2,50 euros (precio a marzo de 2019). Lo suyo es acompañarlo con alguno de los jereces, más de un centenar, que tienen en el establecimiento y que selecciona personalmente el hijo de Pedro, Alejandro Romero Díaz.
El descubrimiento pertenece a la ciencia de:
Bocadillismo. Es la ciencia que estudia todo tipo de cosas metías en pan…sin pasarse.