Pieza para ponerla en un museo…pero comestible. Ya en la vitrina por sus buenas hechuras el palo de nata de Pepita Vázquez llama la atención, con su nata, adornada como si fueran olas, saliendole al palo por los laterales. La pasta choux con la que elaboran el palo está en su punto, no está «enguachisná» de la nata, sino que mantiene su consistencia. Por arriba le han puesto un poco de almibar que hace que esté crujiente y luego ya por dentro la bendita nata que elaboran en esta confitería y que les hecho famosos. El dulce lo creó Antonio Egea Araujo, el marido de Pepita Vázquez y primer maestro pastelero de la firma. Sus hijos, José Antonio y Jerónimo, que están en el obrador desde los 12 años, son ahora los que continúan haciendo el dulce con la misma fórmula que les dejara su padre. Una curiosidad, el pastel se vende al peso y no por unidades. Suele salir entre los 0.90 y los 1,10 euros. Te voy a dar un consejo, comprate dos…caen uno detrás de otro. El precio es a mayo de 2019. Ya puestos no te pierdas tampoco la tarta de nata, nueces y tocino de cielo y el mostachón de Utrera relleno de nata.
El descubrimiento pertenece a la ciencia de:
Meriondología. La meriondología también es llamada en algunos ámbitos postsiestimo ya que el fenómeno se produce, en muchas ocasiones tras un periodo de siesta. El acto meriendológico, vulgarmente conocido como merienda puede hacerse mediante galletosis (ingesta de galletas o pastas), bollimia (consumo de bollería) o dursesia (degustación de durses, versión andaluza del pastelito). También se incluye en esta ciencia el mantecaismo o estudio de los helados o “mantecao” como se le dice en algunas poblaciones.