Obra maestra del churrismo la de la churrería utrerana Don Bosco. No en vano, más de treinta años de experiencia avalan a Antonio Fernández y a su establecimiento en la elaboración de este producto. Sus churros de masa son sobresalientes. De grosor intermedio, destacan por el contraste entre su exterior, especialmente crujiente, y la consistencia de su interior. Así, su parte externa resulta firme y nada chiclosa, mientras la interna se aleja del concepto de churro aéreo o alveolar (abundante en oquedades y de poca masa). En este sentido, los de la churrería Don Bosco por dentro son densos y, hasta cierto punto, incluso abizcochados.
Por ello, la sensación de plenitud al degustarlos llega mucho antes que con otros especímenes del género. Pero, eso sí, sin llegar al hartazgo o sensación de reflujo. Su fritura resulta tan delicada que los hace fácilmente digeribles e ideales para el desayuno.