
Establecimiento fundado por el pastelero lebrijano Francisco Fernández, hijo del conocido pastelero y panadero del mismo nombre que durante años regentó junto a su hijo su propio negocio familiar.
Tras estos veinte años de experiencia, Fernández se especializó en la elaboración de hojaldres y fundó la pastelería La Cúpula. Durante los meses de confinamiento por la pandemia del coronavirus patentó los palmerones, palmeras de grandes dimensiones de más de diez sabores y rematadas por un mensaje, que constituyeron un gran éxito de ventas. Además de ellas, la Cúpula abarca tanto pastelería innovadora, con núcleos, bases y mousses, como tradicional en la que destacan sus palos de nata, tocinos de cielo y bizcochos borrachos.
Asimismo, elaboran postres para cáterings y tartas , de las que se encarga Manuela Romero, esposa de Francisco.