José Antonio Rivero Forné señala: Cada uno de los platos estuvo sobresaliente, aunque hubo dos que han dejado un gran recuerdo y nos sentimos obligados a repetir, el ravioli de pringá con yema de huevo, hierbabuena y caldo del puchero, y la carrillera de atún a la brasa y fritá de tomate de Los Palacios. Todas las partes e ingredientes de estos dos platos son espectaculares, desde su calidad hasta su cocinado, pasando por el equilibrio del conjunto.Mención aparte merece el maridaje. En este caso maridamos el menú Balbuena. El maridaje se sale de lo habitual, una copa de vino por plato, van un paso más allá en introducen la coctelería. Mezclando el palo cortao con el mezcal, por ejemplo.
Pero por muy buena que esté su comida y sus cócteles, los cuales disfrutaremos en barra más de una vez, si hay algo que destaca en este restaurante es el servicio. La amabilidad de los camareros es abrumadora, con un trato cortes pero cercano y unas explicaciones justas de cada plato y o cóctel, el cual te elaboran delante tuya. Por no hablar del chef, también muy amable y atento. A modo de anécdota, el día que fuimos llovía bastante y fue el propio chef quien nos dio un paraguas para poder salir. Es una muestra insignificante de que cuidan hasta el más mínimo detalle y que el trato al clientes es exquisito.
El tapatólogo realiza una crónica más detallada de su visita en su blog Paladar Caballa. Pinchar aquí para verla.
El tapatólogo acompaña su informe con la foto de arriba.