Atención a este plato, pepino asado, crema de calabaza y naranja, salsa de yogur y su toque de hierbabuena. El plato parece sencillo, pero lleva detrás un enorme trabajo técnico de alta cocina ideado por el cocinero Daniel Coronel, asesor gastronómico del establecimiento. Así el pepino pasa por hasta cinco procesos diferentes para que consiga una textura y un sabor que no se te olvidan y que no te recordará absolutamente en nada al pepino del gazpacho. La pieza, cortada en lonchas gruesas, tiene una textura al dente, ligeramente resistente al bocado, pero lo más llamativo es la intensidad de su sabor, que recuerda a un encurtido pero mucho más suave. Las dos salsas, la de calabaza y naranja y la de yogur te hacen descansar el paladar…como si necesitaras una pausa para comprender un plato tan rico y hecho con un producto tan humilde.
El proceso de elaboración comienza cociendo el pepino en agua con sal. Luego se le quita el exceso de agua y se pone en la parte superior de las brasas, durante 5 horas para que elimine todo el líquido. Es entonces cuando se introduce en una bolsa de vacío aromatizado con vinagre, guindilla, azúcar y sal. Cuando se va a servir se saca de este aliño, se pasa ligeramente por la brasa y ya se coloca en el plato con las salsas. En el restaurante aconsejan acompañarlo con los cócteles que sirven en el establecimiento y como acompañamiento panario pan de hogaza de la panadería Crustum de Sevilla. El plato sale a 10 euros (precio a septiembre de 2024).
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