Los puerros, de tamaño generoso, se confitan a baja temperatura hasta que están tiernos y luego cuando los pide el cliente se ponen en las brasas que tiene el establecimiento. Al final quedan de una manera parecida a los famosos calxot de Cataluña, tiernos por dentro y por fuera como chamuscados. En el restaurante los abren para separar la parte dorada por el fuego y dejar a la vista el interior, muy tierno. Para darle más gracia a la cosa le ponen por encima una salsa fría compuesta por una crema de queso a la que añaden pepinillos, tomates secos, piparras o cebollas. El conjunto resulta de lo más agradable. El puerro sale a 8,50 euros (precio a mayo de 2024).
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