Plato muy original y de los que te permiten mantener la línea. Además está muy rico. La base son unos aguacates, pelados y sin hueso y hechos a la brasa. La clave está en el punto ya que quedan cremosos pero sin desmoronarse y el toque le de la brasa es muy agradable. Por lo alto lleva un picadito de tomates, pimientos y cebollas, todo cortado muy finito, lo que se conocía como una piriñaca y que ahora se llama Pico de Gallo, por aquello de que se le da algún toque picante proveniente de la cocina hispanoamericana. El plato va también «rociado» con un pesto italiano, pero en versión libre del cocinero Adrián Sotillo, autor del plato, donde el queso curado se sustituye por taquitos de queso fresco y los piñones por almendras. El resultado es muy agradable a medio camino entre una ensalada templada y una original parrillada de verduras.

23 tapas verduleras de los bares de Sevilla por las que estarías dispuesto a volverte vegetariano