Jugosa, muy jugosa, pero no caldosa, en un punto divino. Lleva un poquito de cebolla y la tapa es generosa de tamaño. La acompañan con un pequeño pegotón de mayonesa, que no utilizo dada la «belleza gastronómica» del tortillón, que merece ser disfrutado sin aderezo alguno. Por encima, un ligero toque de aceite. Muy adecuado también el acompañamiento panario unos picos de Marchapan de Utrera que «panidan» a la perfección con la tortilla. La primera sale a las doce de la mañana cuando abren el bar y a partir de ahi la cosa no para porque tienen la cocina abierta todo el día y es la tapa más demandada. Inés Iñiguez, una de las propietarias del establecimiento, junto a sus hermanos Clara y Alvaro, señala que cada día gastan unos 40 kilos de patatas en las tortillas. Cada una de ellas pesa unos 3 kilos y lleva diez huevos en su composición. Es la propia Inés y la jefa de cocina del establecimiento, Elena Mora, la que se ocupa cada día de que las tortillas salgan en su punto.
La tienen en el establecimiento practicamente desde que abrió y la formula es de Manuela, la cocinera de la abuela de los propietarios que bordaba este plato por lo que decidieron incorporarlo a la carta.
La tapa, generosa de tamaño, sale a 3,90 euros y la tortilla, en nuestro caso, se presentó ligeramente templaita, un estado perfecto para este tipo de tortillas.
El descubrimiento pertenece a la ciencia de:
Tortillología. Más información sobre esta ciencia aquí