Es una de las tapas más populares en los bares sevillanos, la compañía perfecta para una cerveza fría o una copa de vino. Es barata, fácil y rápida de preparar y servir, por no mencionar que está buenísima.
Su origen está en Madrid a mediados del siglo XX, aunque no está muy claro cuál fue el establecimiento que inventó la popular salsa. Según las diferentes teorías, pudo ser en los ya desaparecidos Casa Pellico o La Casona, aunque cuanto menos, se sabe que allí se servían dos de las versiones más famosas de la capital.
Desde su aparición han surgido diferentes versiones: con tomate, dos salsas, al horno, fusionada con exóticos ingredientes… e incluso han sido versionadas por la alta cocina. Esta receta es la clásica que no lleva tomate y que rescata el cocinero Jacopo Ovoli del restaurante sevillano Panrallao. Las bravas que sirve a sus clientes son diferentes, demostrando la versatilidad de este plato, con una salsa de pesto rosso con alioli casero de ajo confitado, haciendo un guiño a sus orígenes italianos.
Aquí puedes encontrar algunas de las mejores bravas de Sevilla:
Siete de papas bravas con su puntito picante… y mucha personalidad
1 kg de patata agria
100 ml aceite de oliva virgen extra
1 cebolla
20 gramos de pimentón dulce
40 gramos de pimentón picante
50 gramos de harina
500 ml de caldo de pollo
Sal
Pelamos las patatas, las cortamos y las pochamos a 140 grados unos 20 minutos en aceite de oliva suave, luego las freímos a 200 grados unos 5 minutos o hasta que se doren.
Para la salsa sofreímos la cebolla en brunoise, añadimos pimentón dulce y picante, sofreímos, añadimos la harina, sofreímos, y por último el caldo de pollo, reducimos y ponemos a punto de sal.