El señor Marqués era un empresario venido a menos pero con esperanzas de ir a más que paraba todos los días en el restaurante Becerra, «el padre» de Becerrita, a mediados de la década de los 70 del siglo XX. Enrique Becerra, el propietario del establecimiento y padre de Jesús Becerra, el gerente de Becerrita, lo conocía bien. Siempre tomaba dos tapas acompañadas de dos cerveza. Pagaba y se marchaba, eso sí, con una educación de esas «de familia bien». Este personaje sería el origen de esta receta, una de las estrellas de la carta de Becerrita, el solomillo al Señor Marqués, una variante de los «filetitos a la casera», una receta muy habitual en Andalucía, pero que, en este caso se elabora con solomillo de ternera y no lleva, entre sus ingredientes, vino, dos cualidades que la hacen también singular. Esta es la receta…y la historia.
Para una ración
- 200 gramos de solomillo de ternera
- 2 dientes de ajo
- El zumo de medio limón
- 2 cucharadas de jugo de carne
- Sal
- 4 cucharadas de aceite de oliva
- Perejil
Lo primero es cortar en filetes, más bien gordos, el solomillo de ternera. En Becerrita utilizan ternera que les llega de Cárnicas Okelan o de Los Norteños.
Se pone una sartén al fuego y se añaden cuatro cucharadas de aceite de oliva. Se pone a fuego fuerte y se añade la carne hasta que se dore, acompañada del ajo, bien picado y aderezada con sal y pimienta.
Cuando la carne esté y ya apartada del fuego se le añade el zumo de medio limón, el perejil y dos cucharadas de jugo de carne. Se sirve inmediatamente. En el restaurante las acompañan con patatas fritas.
La historia
Jesús Becerra, el gerente de Becerrita, señala que el origen de esta historia está entre los años 1975 y 1977. Por entonces este hombre, cuya identidad no les parece educado revelar, paraba en el hotel Fleming, cercano al restaurante Becerra, que regentaba su padre. Se trataba de un empresario de Zaragoza que había venido a Sevilla para buscar fortuna, ya que esta le había abandonado. El hombre acudía a diario, a mediodía, al restaurante Becerra y pedía siempre dos tapas y dos cervezas, que pagaba tras la consumición. Jesús señala que «el hombre era muy educado pero guardando las distancias». Un día se acercó a Enrique Becerra, el padre de Jesús para decirle que al día siguiente tenía una comida con unos inversores a los que quería invitar. Le advirtió que no pagaría en el momento, porque no le parecía elegante hacerlo delante de sus invitados y que al día seguiente le extendería un cheque para saldar la cuenta. El cliente atendió a la perfección a sus invitados y cuando llegó la hora del plato principal llamó a Enrique Becerra solicitándole, delante de sus invitados que le preparara «un solomillo de la mejor ternera, en medallones no muy gruesos, fritos en aceite de oliva virgen, patatitas fritas y perejil, como sabes que me lo hace la cocinera en casa». El hostelero sevillano, atento a la jugada, le contestó «por supuesto que sí, señor marqués» y al poco trajo desde la cocina los bistelitos fritos aliñados con un poquito de limón y ajo.
Los invitados del «marqués» se fueron convencidos de que habían comido con alguien de «tronio». El «noble» pagó su factura a los pocos días y luego empezaron a irle bien los negocios. Siguió acudiendo al restaurante, aunque ya no pedía «dos tapitas».
Enrique terminó sirviendo el plato a otros clientes y gustó tanto que al final se quedado para siempre en la carta del establecimiento donde lleva ya más de 40 años, habiéndose convertido en uno de los platos «estrella» de Becerrita.