Rubén López es un joven abogado sevillano vecino de la calle Regina. Todas las mañanas, cumplía con el rito del desayuno, mismo bar, mismo café y tostada e, incluso si era posible, mismo sitio en la barra. Pagaba y se marchaba a darlo todo. Pero un buen día se cansó de abonar y empezó a darle vueltas sobre cómo podía seguir desayunando en el mismo sitio, pero que la cosa le saliera de gratis…así es la historia de La Cacharrería, un sitio para desayunar de forma diferente

 

Y no se le ocurrió otra cosa que comprarse el bar, así de simple. El bar en cuestión es La Cacharrería, convertido desde su apertura en un lugar de referencia de la nueva cultura del desayuno 360º, ese que va infinitamente más allá del café y la media, para llenar las mesas de batidos, boles de cereales, bagels o una rebosante oferta de tentadoras tartas.

Tartas de la Cacharrería. Foto cedida por el establecimiento

Tartas de la Cacharrería. Foto cedida por el establecimiento

Rubén se hizo con el traspaso de La Cacharrería a finales de 2015, junto a su hermana Tatiana y su cuñado Marco, italiano de la Toscana. A sus primeros propietarios hay que reconocerles el mérito de apostar por una calle Regina que hace 6 años no tenía nada que ver con el esplendor actual, rebosante de cada vez más interesantes propuestas comerciales y gastronómicas. Si se hurga en la trayectoria del local aparece el mítico Novelty, de cuyo paso sigue dando testimonio una vieja pizarra que se mantiene en la actualidad y que nos recuerda que un desayuno completo costaba, y no hace tanto de aquello, 75 pesetas, o sea, 45 céntimos de euro. El viejo Novelty perteneció ya en sus estertores a esa curiosa clase de bares en los que pases cuando pases nunca, jamás, never, hay nadie, pero sin embargo todas las mañanas su dueño cumple con el improductivo ritual de abrir una puerta que nadie va a atravesar.

Pizarra antigua. Foto: Cosas de Comé

Pizarra antigua. Foto: Cosas de Comé

En La Cacharrería actual probablemente se pueda disfrutar de la carta de desayunos más extensa y completa de la ciudad. Solo para la leche se puede elegir, además de la tradicional, entre soja, avena, arroz, sin lactosa o desnatada. A eso hay que sumarle 8 tipos de milkshakes, 7 smoothies, 7 ensaladas, 5 combinaciones de fruta, yogur y cereales, 4 tostas, 7 bagels, 4 wraps, más varias tartas, gofres, tortitas y muffins.

A pesar de esta casi inabarcable variedad, la mayor parte de los clientes, una singular combinación de parroquianos con jóvenes turistas perfectamente orientados, optan por la tostada de pan de la casa con mermeladas caseras, todo de elaboración propia en su obrador. El pan lo hacen a diario con arándanos, pipas de girasol, semillas de lino, harina de trigo y centeno más un ingrediente secreto, mientras que las mermeladas las van variando permanentemente, con lo que han conseguido instaurar el reto de intentar averiguar sus ingredientes, entre los que un día puede estar el cardamomo y al día siguiente el hinojo o la calabaza.

Como era de esperar, el éxito ha llamado a las puertas de La Cacharrería, donde no es extraño ver pacientes colas a la espera de encontrar acomodo en el angosto local, por lo que no les ha quedado otra a sus intrépidos propietarios que abrir una nueva en la calle Carlos Cañal. Mucho más amplia, para 120 comensales, pero con el mismo espíritu y la misma carta que la original.

Por el momento, la familia cacharrera se completa con Embolados, el último en llegar. Este local se ubica en la calle García de Vinuesa, pero en esta ocasión para ofertar un take away de comida saludable. 40 ingredientes frescos combinables entre sí para montarse cada uno una completa y sana ensalada, bol o sándwich.

Seguro que vendrán más.

Horarios, localización, teléfono y más datos de la Cacharrería, aquí

Rubén López, en la puerta de La Cacharrería. Foto: Cosas de Comé

Rubén López, en la puerta de La Cacharrería. Foto: Cosas de Comé

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