Roar Grill renueva el concepto de hamburguesería incluyendo platos como la milanesa, el choripán, la empanada criolla… Todo hecho por ellos mismos, pepinillos y pan brioche incluidos

 

 

Los Remedios ha dado la bienvenida a un nuevo establecimiento, Roar Grill, que plantea un renovado concepto de hamburguesería, tan de moda en los últimos tiempos. Juanse Ramírez y Diego Murillo, propietarios del restaurante Vela Azahares en Triana, tenían en mente este proyecto antes de que la fiebre de las hamburguesas comenzara, pero lo dejaron aparcado durante un tiempo. Al retomarlo, pensaron que debían hacer algo diferente al resto, y lo han hecho con un giro inesperado, fruto de la casualidad.

Al buscar cocinero, dieron con uno argentino que poco a poco fue haciendo pruebas mezclando ingredientes y elaboraciones de su país de origen. Así, lo que en principio se iba a llamar Roar Burger pasó a ser Roar Grill, donde las influencias argentinas están presentes en prácticamente toda la carta. La más llamativa son las milanesas, un filete empanado que en Roar Grill es de lomo bajo de ternera. En el nuevo restaurante tienen cuatro variedades, entre las que está una de las más populares en Argentina pero de inspiración italiana, la Napolitana (en la foto de portada), con queso mozzarella, orégano y tomates cherry. También la preparan una versión XL y choripán, otro clásico argentino, en versión tosta.

Las empanadas criollas, uno de los platos más demandados de Roar. Foto cedida.

Cuenta Juanse Ramírez que todo está elaborado por ellos: encurten el pepinillo, preparan el pan de la hamburguesa… Este es un pan brioche al que añaden ingredientes de chimichurri para que tenga un sabor diferente. Han hecho muchas pruebas, incluso llevando al «extremo» la de la durabilidad de la textura del pan, que es blando pero firme, aguantando la jugosidad y el peso de los ingredientes. En Roar Grill defienden unas hamburguesas hechas con carne de calidad y a buen precio, huyendo de cortes muy caros que a los que se les enmascara todas sus bondades con salsa y aderezos. Tiene seis diferentes en carta, con diferentes combinaciones, algunas de ellas de fusión (como la Korean, con doble carne, doble gouda, col china encurtida,
cebolla frita y mayo yakiniku). Que los clientes se queden con hambre no es una opción para ellos, así que si ya de por sí explican que los platos son grandes, la hamburguesa Roar, con sus patatas incluidas llegan a casi el kilo. Las patatas, por cierto, también llevan un aliño provenzal, para darle el toque argentino.

Por ahora la carta es corta, e irán adaptándose a la demanda. Solamente tienen un tipo de empanada, la criolla, pero no descartan que ante el éxito de este bocado, sigan añadiendo más recetas. A esto hay que sumarle sus carnes a la brasa, «brasas de verdad», con carbón, como apunta Juanse.

El local tiene mesas bajas en el interior y la terraza, con una capacidad para unas 70 personas. Han optado por este formato para que todo el mundo tenga cabida en el establecimiento, algo que también está reflejado en la comida que sirven. La decoración es moderna, en la que han jugado con el concepto de «roar», palabra en inglés que significa rugido, utilizando un gorila tanto en su logotipo como en los cuadros del interior.

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