Como agua de mayo esperaban los golosos este momento. La Confitería Rufino, de Aracena, inaugura su primer despacho en Sevilla, y lo hace con medio centenar de las especialidades que le han hecho ganarse su merecida fama.

 

Son las 16:50 horas y llueve. Faltan diez minutos para que abran, pero ya hay gente esperando en la puerta de Rufino. La mítica confitería onubense inauguró el martes su primer local en Sevilla, y lo hizo, como cuenta Pilar Rodríguez Romero, obligada por el clamor popular, ya que era raro que no se lo implorasen varias veces al día los foráneos que se desplazaban hasta Aracena para traerse una bandeja de pasteles.

Pilar Rodríguez, en la nueva confitería de Sevilla. Foto: Cosas de Comé

Pilar Rodríguez, en la nueva confitería de Sevilla. Foto: Cosas de Comé

Era algo que estaba predestinado desde que un sevillano la fundase en 1875. Rafael Rufino se desplazó hasta el pueblo de su mujer, y allí abrió el negocio sin imaginar la repercusión que tendría un siglo y pico después. La familia de Rafael continuó con el negocio, pero llegó el día de cambiar de manos, y allí estaban José Luis y Gertrudis, los padres de Pilar, quien, junto a sus hermanos, Eva, José Luis, Francisco y Rafael, dirigen el negocio con un éxito incuestionable.

Detalle de la vitrina de pasteles. Foto: Cosas de Comé

Detalle de la vitrina de pasteles. Foto: Cosas de Comé

¿El secreto de su éxito? Seguir haciendo las cosas como se hacían antes, pero sabiendo adaptarse, y, sobre todo, usar la mejor materia prima del mercado, hasta el punto de que pueden quedarse sin elaborar alguna de sus especialidades si el producto no está en las mejores condiciones. En sus recién estrenadas vitrinas, yemas, tocinos de cielo, borrachos, carmelas, milhojas, bizcotelas, merengues, bollos de leche, magdalenas, cortadillos de cidra… Porque pastelerías hay muchas, pero confiterías cada vez quedan menos.

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