La Cacharrería de Carlos Cañal, el mítico bar de desayunos nacido en la calle Regina, se lanza ahora a la aventura de servir almuerzos y meriendas muy especiales manteniendo el sello de la casa.
Uno entra por la mañana en La Cacharrería y se pide media tostada de pan de centeno y semillas con queso fundido; o una entera de pan de arándanos con mermelada casera; o un bagel de salmón… y se marcha. Pero se queda con ganas de más. Y entonces es cuando se llama al dueño y se le dice aquello de “¿por qué no dais también comidas?”.
Así, básicamente, podría resumirse la nueva aventura de Rubén López y su equipo, que ya tenían claro que este era el siguiente paso. La aclamación popular ha terminado de convencerles, y los primeros días han corroborado lo acertado de la decisión.
Además de los citados almuerzos y de las cada vez menos frecuentes meriendas (qué difícil es merendar bien en la calle…), en La Cacharrería de Carlos Cañal se han atrevido también con el brunch, ese desayuno grandioso que mezcla dulce y salado y que te deja listo de papeles hasta la noche, y que suele disfrutarse los fines de semana por aquello de los horarios.
Cuenta Rubén que los hábitos han cambiado, y no le falta razón. Sevilla recibe cada vez más turismo, y hay que saber adaptarse para dar un servicio que ya existe en grandes capitales europeas, y que aquí por desgracia no abunda. Su brunch destaca por dos cosas: la calidad de los productos y originalidad de sus sabores y colores, con cosas tan llamativas como el “aguacate lovers” o el brunch veggie con zumo detox.
¿Y cómo son los almuerzos? Pues caseros y cargados de sabores de la gastronomía mediterránea. Una carta divertida, con más de 20 platos, donde aparecen cosas como el tartar de presa, un pokebowl, unos huevos estrellados a baja temperatura o un entrecot con patatas asadas. Entre lo más demandado, las cremas y ensaladas, la ensaladilla al estilo cacharrero o las gyozas. ¿Más cosas? Los tartares, el sashimi y la hamburguesa vegeteriana. Mirando al futuro, Rubén y su equipo tienen un sueño muy grande en mente, pero de momento queda en secreto. Los vigilaremos.