Patatas fritas elaboradas a diario y a la vista del cliente como manda la vieja usanza, la apuesta personal del sevillano Jorge Liger con ‘La papa que llevas’.
En cuanto le gustaban las patatas fritas de las típicas freidurías sevillanas de su infancia pensó Jorge Liger nada más entrar en un establecimiento de similares características que visitó en una localidad costera. Hace ya algunos veranos de aquello y el empresario rememora ese momento casi como una ensoñación. El olor del aceite hirviendo le transportó al sabor y crujido característico de unas patatas cuya venta proliferaba en la Sevilla de hace treinta o cuarenta años. Jorge ya no recordaba la última vez que comió unas «señoras papas» hechas como manda la vieja usanza. Así que de manera impulsiva, en chanclas y bañador, el empresario tomó una decisión: abrir una freiduría de las de toda la vida en Sevilla. Y así lo hizo.
“La tradición se estaba perdiendo. Pensé que merecía la pena trabajar por recuperar algo tan nuestro. Y eso que yo provengo del mundo de la formación, nunca había tenido un negocio de este tipo. Pero decidí tirarme de cabeza”, declara el propietario de La papa que llevas, que abrió sus puertas en 2016 en la céntrica calle Juan de Mesa.
Una zona muy transitada en pleno casco histórico de Sevilla donde Jorge y su equipo fríen a diario y a la vista del cliente unas patatas que los viandantes adquieren tanto en cartuchos para consumir por la calle como en bolsas para llevar a casa. “A más de un visitante se le caído una lagrimita al entrar por primera vez. Han recordado las freidurías a las que iban con sus padres o abuelos. Resulta muy emocionante”.
Pero lo que realmente conmueve a la clientela de La papa que llevas es el sabor del producto que le da nombre. “Usamos buen aceite y buenas patatas procedentes del Norte. Además las freímos a perol, como se ha hecho toda la vida, para que no pierdan nada de gusto”, aclara Jorge.
La mano del maestro freidor Ricardo Ramírez es la encargada de dar el punto exacto y tradicional a las patatas fritas de Jorge Liger. “Él dice que lo consigue porque las hace con mucho cariño pero también influye que su familia se ha dedicado al sector desde siempre, al igual que él”. Además, en La papa que llevas realizan a diario una limpieza exhaustiva de la maquinaria utilizada para la fritura, lo que también redunda en la calidad final del producto.
La oferta de este establecimiento de original nombre, que Jorge debe a la inventiva de su hermano Carlos, se completa con otros productos artesanos vinculados a las míticas freidurías y de fuerte arraigo en la ciudad. Así, en el mostrador de La papa que llevas no faltan apetitosos chicharrones ni almendras fritas. Tampoco lo hacen las pavías de bacalao caseras, tan típicas en Cuaresma y Semana Santa. Aunque para la Jorge y su equipo se han convertido en atemporales.
“Abrimos todos los días del año, es una de nuestras peculiaridades. Y las patatas que tenemos en nuestra vitrina siempre son del día. Como es lógico hay temporadas como Navidad o Semana Santa donde el consumo es más fuerte. Pero siempre estamos aquí, no cerramos ni en verano”, desvela el propietario que, además a los particulares que visitan presencialmente su establecimiento, también surte de patatas fritas tradicionales a una treintena de bares y restaurantes de la ciudad. A diario, el género que sobra es enviado a comedores sociales para que sea reutilizado en revueltos y tortillas.
Las papas de Jorge Liger que evocan a las freidurías de antaño se sirven al peso a demanda del consumidor aunque la cantidad mínima es la equivalente a un euro.
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