Los hermanos Fernández Pérez de Castilblanco de los Arroyos, pasaron de vender la leche de sus cabras a fabricar sus propios quesos en 2012. Solo tienen dos tipos: fresco y curado, en una producción pequeña y artesanal

 

 

Algunos oficios no se pierden, se transforman. Es es lo que ha ocurrido en el caso de Quesos Dehesa Castilblanco, donde los hermanos Antonio Félix y Andrés Fernández Pérez han creado una marca de quesos tras generaciones dedicados al ganado caprino.

Cabras malagueñas pastando en Huerto del Cura. Foto cedida.

Hacer quesos es algo habitual si se poseen cabras, y hasta ahora, la familia propietaria de la Huerta del Cura, finca en Castilblanco de los Arroyos, desde hace más de 100 años, los elaboraban de forma particular. Fue en 2012 cuando dejaron el negocio de vender la leche de cabra a la industria alimentaria para utilizarla ellos mismos en la fabricación de sus propios quesos. Hasta 2018 utilizaron el nombre de la finca, Huerto del Cura, siendo desde entonces Quesos Dehesa de Castilblanco.

Su ganado lo componen 400 cabras de la raza malagueña cruzada, «colorás» como ellos las llaman. Esta raza la trajo su abuelo de una feria de ganado, y las mantienen desde entonces por su gran producción de leche, que aumenta a principios de primavera  e invierno. Todos los días, las cabras pasean la finca y se crían con pasto, lo que da mayor calidad a la leche, como cuenta Antonio Félix.

Elaboran tan solo dos quesos, hechos exclusivamente con los 400 litros de leche que dan a diario sus cabras: queso fresco y queso curado. Todo el proceso es artesanal, sin añadir ningún aditivo. Lo hacen con una pasteurización lenta, a 65 grados durante media hora. Ellos mismos son los que crían al ganado, lo ordeñan y elaboran junto a la zona de explotación, donde también venden al público sin intermediarios. Tienen una producción pequeña, pero llegan a lugares como Burguillo , Palomares del Río o Sevilla, en puntos de venta cuyos propietarios acuden a ellos para comprar los quesos, ya que no tienen reparto.

Los quesos se venden en diferentes formatos según el tipo: los curados en formato de un kilo, y los quesos frescos en medio kilo y kilo. La forma de elaborar no cambia, y  no plantean incluir ninguna nueva receta. Lo que sí que han variado son los hábitos de consumo, como explica Antonio Félix, y ahora el queso fresco que consume más que el curado.

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