El restaurante Manolo León, la terraza «de interior» más sorprendente de Sevilla, cumple 20 años
De fondo, casi imperceptible suena música de piano…y el agua de la fuente. La gente habla bajo, no se sabe muy bien si es porque es noche de confidencias o porque el lugar impone tanta paz que no quieres subir la voz para romperla.
En las mesas, vestidas con manteles de hilo, unos quinqués, vasos de cristales de colores y unas vistosas sillas de forja embellecidas con unos cojines verde agua. Los camareros, perfectamente uniformados con unos largos mandiles de patita de gallo y pajaritas, como de antiguo renovado, vintage que le llaman ahora en «pijilenguaje», se mueven como haciendo juego con el piano…todo es armonía.
En un minuto has pasado de estar en una calle del centro de Sevilla a encontrarte como en el amazonas…pero en palaciego. El restaurante Manolo León está en la calle Guadalquivir, en un antiguo palacio que los hermanos León Leal compraron a finales del siglo XX. La finca, construida a finales del siglo XIX, escondía muchos tesoros como azulejos de Mensaque, estancias luminosas y de techos altos y, sobre todo, un patio interior que los León han transformado en una de las joyas arquitectónicas de la hostelería sevillana. De hecho una encuesta realizada este verano para la central de reservas El Tenedor, que funciona por Internet, la calificaba como la terraza preferida por este colectivo.
Es este quizás uno de los logros más llamativos de Manolo León. Siendo a priori un sitio que parece para turistas, de esos para hacerte fotos para que te envidie aún más tu vecino del quinto, el establecimiento es también querido por los sevillanos, en muchos casos porque han celebrado en sus salones alguna celebración familiar. «Aquí ha habido pedidas de manos a los postres, bodas, bautizos, reuniones discretas de políticos o cumbres empresariales. Hemos puesto desde un tablao flamenco hasta celebrar una boda india…siempre intentamos adaptarnos».
Agustín León Leal es economista. Se incorporó a la empresa allá por 1994 y lo primero que hizo fue convencer a su hermano, Manolo León, toda una institución en Sevilla y que falleció hace 4 años, para que abriera bar en la capital de Andalucía. Manolo León ya tenía un conocido bar en Matalascañas pero su hermano vio que podría ser una buena idea trasladarse. Lo hicieron a la calle Juan Pablos, en El Porvenir, donde aún continúan teniendo el bar Manolo León, otro sitio de estética cuidada y con una oferta gastronómica similar a la que tienen en Guadalquivir. Agustín señala que mi hermano «fue precursor en muchas cosas, una persona que no pasaba desapercibida, pero quizás una de sus aportaciones principales fue traer a Sevilla lo de los platos para compartir, lo del plato al centro».
Fueron los propios hermanos León con la ayuda del diseñador y apasionado de los jardines Abel Periáñez los que crearon el impresionante jardín vertical que rodea el patio central del restaurante. Agustín León detalla la lista de especies presentes: Costilla de Adán, Aspidistras, bignonias, plumbago, glicinia, naranjo…en las paredes no hay un hueco que no sea verde. Pero si el vergel, el Amazonas en el centro de Sevilla, llama la atención, más todavía lo llama su estado de revista. Un jardinero acude dos veces por semana a cuidar este jardín vertical que ocupa los tres pisos. De la limpieza y el mantenimiento del restaurante se ocupan a diario dos personas. El jardín se limpia diariamente dos veces, por la mañana y cuando terminan los almuerzos. «A las seis y media tenemos que cerrar obligatoriamente para que todo esté en estado de revista para la noche, sobre todo ahora, que, debido a que nos visitan personas de otros países, abrimos el comedor a las ocho».
Entre las plantas, estatuas de gitanas, que apasionaban a Manolo León o vistosas sangraderas pintadas a mano. Está todo pensado y desde octubre a mayo, para evitar las inclemencias del tiempo, despliegan «el invernadero» una vistosa estructura de hierro y cristal que les permite usar el patio aunque llueva o haga frío.
Pero el jardín, donde incluso se celebran bodas civiles, siempre que no coincida con la hora de apertura del establecimiento, no es la única joya del restaurante. En las plantas superiores hay dos pequeñas terrazas, también llenas de plantas, donde es posible comer o celebrar un evento privado. Lo mismo ocurre con diferentes salones de estilo deciochesco que están repartidos por las tres plantas del edificio.
La estética no es la única virtud de este singular restaurante. La atención al cliente llama también la atención. En la puerta, algunas veces es el propio Agustín León, el que se ocupa de esto, una persona recibe a los clientes y los lleva a su mesa. Si lo desean también se les aparca el coche en un aparcamiento cercano. Si preguntas por las especialidades de la casa el camarero no se escaquea con «eso depende de sus gustos» que te sueltan en muchos sitios para esquivar la pregunta. Aquí te hablan de sus alcachofas crujientes con jamón, de sus croquetas de bechamel cremosa, de su pulpo a la parrilla hecho al estilo de La Línea o de la última creación de Pepe Mateo, el jefe de cocina de la casa, unas vieiras con migas marineras.
Pepe Mateo, natural de La Línea (Cádiz) y que formó parte de la plantilla de uno de los primeros estrellas Michelín de Andalucía, Los Remos, lleva ya 25 años en la casa. Le supera el camarero Manolo Ramirez, que lleva 26. Los maitres Manuel María Fernández, José Antonio Ortega y Marcos Gallardo también son veteranos. León destaca que es otra de las claves. «Tenemos gente que habla idiomas, que sabe de vinos, que tienen mano izquierda y esto es también otro tesoro de la casa. En verdad he intentado que nuestros restaurantes sean lo que a mi me hubiera gustado encontrarme como cliente». Apasionado por la decoración y partidario de la planificación, «de que todo esté ordenado» León se muestra muy orgulloso de que el restaurante familiar haya superado ya con éxito dos crisis económicas.
El sitio tiene también personalidad en lo gastronómico. Pepe Mateo, el jefe de cocina, se confiesa como un enamorado del producto, del guisoteo, de la cuchara «pero eso no quita para que también innovemos». Los platos son generosos. Una pareja come perfectamente con dos y postre (ver aquí la carta completa del establecimiento). Agustín León destaca que «seguimos la enseñanza de mi hermano Manolo que era partidario siempre de la generosidad». En nuestra cena pecamos de gula y pedimos 3 platos para compartir…tuvimos que renunciar al postre, pero el camarero optó por traernos, de regalo, un par de sorbetes para que nuestros estómagos estuvieran más cercanos a la felicidad.
Horarios, localización, teléfono y más datos de Manolo León, aquí.