El cocinero Ismael Narbona ofrece en este establecimiento de Tomares una cocina en la que están presentes elementos de muchos países, pero combinadas de forma original y con criterio
Los bares de cocina fusión son una de las tendencias de moda. Hay muchos y la mayoría de ellos ofrecen unas cartas casi calcadas en las que siempre hay un tataki de atún, un bao (la versión chungaleta del mollete), brioches con carne del puchero en su interior pero bautizada con el extravagante nombre de «Pulled Pork», croquetas cremosas con alguna salsa que normalmente las estropea, mucho picante, mucho toque en amarillo (cocina japonesa) y la última tendencia…los ceviches, en muchas ocasiones pasadísimos de aliño, con lo que da lo mismo que pongas un pescado o un trozo de pan bimbo dentro del caldo.
Pero afortunadamente hay excepciones e Ismael Narbona, el cocinero que está al frente de los fogones de El Tenedor del Mono, en Tomares, demuestra que es posible fundir culturas en gastronomía pero con criterio y originalidad.
El establecimiento está en la zona de Santa Eufemia, junto a un parque. Su principal virtud es una terraza en una zona peatonal. Hay una docena de mesas y tienen algunos veladores para combatir el frío o el calor, depende de lo que venga. El establecimiento en si es muy pequeño, apenas espacio para alojar la cocina, una pequeña barra y algunas mesas altas, por lo que casi toda la actividad tiene lugar en el exterior.
Ismael Narbona y su esposa, Angela Barzdevics, pusieron en marcha el local el dos de diciembre del año pasado. Acaban de cumplir un año de existencia. Tienen 34 y 33 años respectivamente. Ella se ocupa de la gerencia e Ismael de la cocina. Se formó en la Escuela Superior de Hostelería de Sevilla y luego ha estado varios años trabajando como jefe de cocina en dos grupos importantes de la ciudad, Ovejas Negras y Spala.
Finalmente decidieron que había llegado la hora de ofrecer proyecto propio y se les puso a tiro este local en Tomares…y allá fueron. Angela e Ismael están satisfechos de este primer año de funcionamiento y «parece que al público le gusta nuestra propuesta porque son bastantes los que repiten» señala Ismael.
La carta tiene unos 25 platos más los postres, a lo que suelen añadir algún fuera de carta. Se come a base de tapas, más generosas de lo habitual y con platos. Aquí teneis la carta al completo y os diré que a nosotros la cena para dos y con postre nos salió a a 38,30, incluida una atentísima atención al cliente.
Todo es original, incluido el nombre, que viene de un proyecto de poner en marcha un bar que hizo cuando estudiaba en la escuela de hostelería. También cuidada la presentación y la vajilla. Las mesas no están vestidas, pero te colocan unos sobremanteles. Unos simples taquitos de salchichón, muy jugosos por cierto, dan idea de lo que lo cuidan todo ya que llegan presentados sobre una regañá «negra» de las de Obando y unas tiritas muy finas de otro pan para acompañar…bueno vamo al lio.
También es diferente la ensaladilla, que lleva como aderezo pollo al curry y un poquito de puerro crujiente. Probamos una versión del pinchito de pollo bastante acertada. Vienen dos pequeñas brochetas, bastante bien rellenas, con trozos de pollo que han sido aderezadas con especias tipo curry indio, pero que llevan también otras especias que lo hacen bastante agradable. Por lo alto una salsa que le da más intensidad a la cosa y de base un couscous con tropezones de verdura.
Hay carnes, pescados y verduras. El cocinero trata de contentar todas las tendencias. Ofrecen un bacalao con parmentier de ajo negro o un perrito de carrillada con crema de aguacate. Pero los que no son ni de carne, ni pescao, pueden tomar un risotto de espinacas y alcachofas adornado con unas lascas de queso parmesano.
Interesante la combinación de las alcachofas con langostinos y taquitos de jamón. Las alcachofas están confitadas y luego pasadas ligeramente por la plancha, al igual que los langostinos. Para reforzar el sabor una especie de salsa verde.
También tienen éxito unos raviolis que en vez de estar hechos con pasta italiana se elaboran con pasta brick con lo que quedan crujientes. Dentro va una farsa con cordero lechal previamente cocinado al horno.
Original la versión de las gambas al ajillo. Las elaboran con langostinos, también pelados y que se hacen en una salsa «kimchi», una famosa elaboración japonesa que le da el toque picante tan característico de este plato.
En la misma idea de la originalidad tienen una ensalada que combina tomates con remolacha y queso de cabra. El último que los platos que probamos fue una carrillada, bastante tierna que va sobre una crema de boniatos, ahora en temporada.
En cuanto a la bebida tienen un surtido de cervezas que se sale también de lo habitual y un apartado especial dedicado a los jereces. Los postres son de creación propia. La tarta de la casa es también una original combinación de dulce de leche con plátanos.
Horario, localización, teléfono y más datos de El Tenedor del Mono, aqui.
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