González Byass presenta (lluvia incluida) en la histórica Casa Pilatos de Sevilla la nueva saca del Tío Pepe en rama
Un vino de altura, un espacio siempre singular, alta representación de las fuerzas vivas hispalenses, el poético verbo de Antonio Flores y ese savoir faire tan propio de González Byass, con su sello tan característico de desbordada hospitalidad y deseo de atender a sus invitados con la clase y señorío que siempre ha caracterizado a esta casa de leyenda.
Este año el lugar elegido ha sido la Casa de Pilatos, el mejor ejemplo de la arquitectura nobiliaria andaluza y probablemente el lugar donde se inventó la tan manida muletilla del «marco incomparable». En uno de sus patios de estilo renacentista italiano-mudéjar, ofició anoche Antonio Flores de maestro de una ceremonia teatral, que aún en mayor medida encumbró el siempre evocador discurso del enólogo de Tío Pepe, Antonio Flores, responsable personalmente de seleccionar las 62 botas de las que ha salido este Tío Pepe en Rama 2018. Bajo una pertinaz lluvia, que exigió sacar lo mejor del equipo organizador, a Antonio Flores y Pedro Revuelta, vicepresidente de González Byass, lo acompañaron en la puesta en escena 3 actores de Engranajes Culturales que representaban al pintor Bartolomé Esteban Murillo, a Doña Catalina de Ribera, quien mandó construir la Casa de Pilatos, y Copa Syrisca, alegoría de una estatua ubicada en la propia casa y que representa a una tabernera.
Entrando en este Tio Pepe en Rama 2018, que este año se presenta con el lema Armonía Perfecta, su master blender lo define como «de color dorado, brillante y alegre, con claros recuerdos a pan y levadura fresca en nariz; complejo, vivo, salino, expresivo y con un final en boca ligeramente amargo». Este vino es fruto del paso del tiempo y de una selección de botas que realiza personalmente Antonio Flores una a una de las Bodegas Rebollo y Constancia -que se rocían exclusivamente con mostos de Macharnudo- para quedarse exclusivamente con 62 botas escogidas por su perfil singular, marcado por el carácter propio de Tío Pepe, que le otorga un velo de flor especialmente contundente y grueso. Este fino se embotella en rama, es decir, que no ha sido sometido a los habituales procesos de clarificación y filtración, por lo que en la bodega lo definen como «un Tío Pepe en estado puro, que expresa el carácter único del Jerez para mostrar un fino de la forma más natural y delicada».
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