El Gran Café España, el nuevo sitio de Ramón López de Tejada exhibe personalidad en todas sus facetas. Desde unos desayunos internacionales «españolizados» a los toques de glamour en el servicio o la recuperación de platos en peligro de extinción
Una espectacular cafetera de la marca «Elektra», una réplica de las que había en los cafés legendarios de las grandes capitales europeas, preside el mostrador del Gran Café España. Aunque su exterior evoca el pasado, en su interior está dotada de las últimas tecnologías que permiten que el café que se sirve en el establecimiento esté muy cuidado.
Una exposición de botellas, jereces en su mayoría, escolta a la máquina. Sobre el mostrador, el tapero de dos plantas con tapas frías y los croasans de los desayunos. Además, el tirador de la Cruzcampo, en el mismo color dorado que la cafetera, una máquina que corta finita la mortadela que traen directamente desde Italia y una gigantesca copa rellena de caramelos de cerezas. Un ramo de flores puesto en una esquina del mostrador completa el escenario.
Hay bancos en la barra y mesas altas para los que quieran tomar algo rápido. Junto a este espacio un pequeño comedor privado separado del resto del establecimiento por una cava de vinos acristalada. En el otro «ala» del café España, el comedor de los espejos, un salón, con mesas vestidas de manteles blancos, que parece anclado en el siglo pasado y donde una de las paredes está llena de espejos antiguos que Ramón López de Tejada ha ido comprando en tiendas de muebles antiguos.
Ha logrado su objetivo y el sitio tiene cierta estética decadente, como un café de otros tiempos. El lugar te invita a la tranquilidad, a parar el reloj y silenciar el «whatsapp» para disfrutar de un café y un mollete de Espera relleno de jamón, que eso quita todos los «estreses del mundo».
Ramón viste guayabera de color verde clarito. Es como el uniforme de verano que te libera de la corbata sin dejar de estar «arreglao». Las camareras llevan chaquetas de color negro con el logotipo del Gran Café y Charo Ruiz, que se encarga de dar la bienvenida al establecimiento y acomodar a los clientes, está atenta para que todo ruede. Hay glamour, pero sin que «chille», sin que te haga estar tieso por temor a meter la pata.
El Gran Café España no recuerda en nada a la antigua abacería de San Lorenzo, el anterior y famoso establecimiento de López de Tejada. «Lo he hecho a propósito. No quería comparaciones». De hecho no hay ningún plato que se repita en la carta, aunque eso sí, las dos cocineras del establecimiento, Gracia Pérez y Mamen García, son las mismas que estaban en el antiguo local.
El establecimiento sigue la misma línea de esos antiguos cafés a los que evoca y funciona durante todo el día. Sería una versión a lo clásico de lo que se llama ahora un multibar. La cosa empieza con los desayunos, sigue con la tapa de al mediodía, comidas, luego copa y merienda y termina con la cena, porque el sitio acaba de alargar su horario para cerrar a las diez y media de la noche.
Para desayunar la apuesta es por los panes del horno de Antonio Gorrión de Lebrija, una oferta que refuezan con los afamados molletes de la panificadora La Paz de Espera (Cádiz). López de Tejada señala que el preferido por el público es el desayuno ibérico que lleva una pieza de pan rellenable con jamón, caña de lomo, papada, queso de oveja o sobrasada. La vajilla está cuidada. El café va en taza, te ponen unas servilletas como de tela, pero de un solo uso para limpiarte bien la boquita y en el mostrador hay unas preciosas botellas de cristal antiguas con agua fresquita.
Se puede tomar también un croasan, un emparedado de jamón y queso o un “croque monsieur”, un sándwich con firma francesa y que se suele gratinar con bechamel.
De todos modos la gran apuesta desayunista es el «Gran Café España», un «desayuno tardío» como lo califica Ramón pero que sería una versión «españolizada» del brunch al que ahora rinden culto todos los influyentes del mundo. La cosa sale a 24 euros pero son siete líneas de ingredientes. Se le puede poner un toque de glamour con una copa de cava o de vino, además del café, tomarse unos huevos benedictinos, que es como la evolución del huevo pasao por agua, añadir alguna pieza de bollería o un trozo de empanada y rematar el comienzo del día glamuroso o con unos picatostes (pan frito con un poquito de azúcar por lo alto) o unas tortitas con sirope. El «menú degustación» a lo desayuno sale por 24 euros.
El establecimiento abre sus cocinas a las doce del mediodía y ya está abierta hasta las diez y media de la noche. En todo ese tiempo se puede comer o tapear. La carta es bastante original. Hay, por ejemplo, un surtido de cinco embutidos italianos o puedes tomar pavo trufado, otra reliquia ya difícil de encontrar en los bares o puedes encontrar una empanada de hojaldre rellena de chorizo y queso Gorgonzola. López de Tejada señala que las tapas que más están saliendo son la ensaladilla de mariscos, las croquetas o «una combinación que se me ocurrió, que creí que era una locura mía, pero que está gustando mucho y que es un trozo de sobao pasiego untado con sobrasada ibérica y luego con una anchoa por encima». (Pinchando aquí puede verse la carta completa del Gran Café España actualizada a junio de 2024).
Aunque quizás uno de los aperitivos más singulares que se pueden tomar en el Gran Café España sea un «emparedado», una versión fina del bocadillo que se hace con pan tipo molde y que va relleno con rosbif y dos salsas, una de mostaza y otra tártara. Para elaborarlo emplean un clásico de la cocina de Ramón, la carne de novillo bravo, que también emplean para hacer el steak tartar de la casa.
El emparedado lo sirven cortado en cuatro trozos y con cuatro palillos para que el bocadillo no pierda su compostura. El steak tartar lo preparan delante del cliente en un carrito en el que van todos los ingredientes. La carne la cortan a la vista, a cuchillo, y luego van añadiendo las especias, las salsas y el aceite de oliva virgen extra.
También presentan de una manera diferente los guisos de cuchara. Así la camarera se acerca hasta la mesa con una sopera de cerámica y ayudándose con un cucharón le sirve al cliente el guiso en plato sopero. López Tejada señala que tratamos ahora con el verano de ofrecer guisos más ligeros: legumbres con verduras, con marisco o con pescado. Todos los días hay algún guiso con legumbre y un guiso del día diferente. Hoy por ejemplo, hemos preparado «unos huevos a la flamenca a lo clásico, con sus guisantes, su jamón y su chorizo picado, bien cargado de patatas fritas y tomate y luego adornado con las tiras de pimiento morrón».
Todos los días también hay un plato de pescado fuera de carta. «Trabajamos con la pescadería de Loli y Antonio del mercado del Tiro de Línea. Algunos días lo ofrecemos frito, en otras ocasiones en un guiso o de una forma diferente, dependiendo de que hayamos acordado ese día. Siempre es pescado fresco».
El hostelero tambíen destaca que otro de los platos que gusta son unas alcachofas que se hacen a la parrilla y que luego se sirven junto a una crema y taquitos de jamón. También hay morcilla de arroz con manzana, cebolla caramelizada y huevo frito o un solomillo ibérico «Wellington» (cubierto de hojaldre).
Se puede comer de tapas (entre 3 y 7 euros) o de platos. En «siete minutos» te preparan una pequeña tortilla de patatas con dos huevos. «No le ponemos cebolla, aunque el que quiera la puede pedir. Viene jugosa, pero no líquida», aclara Ramón.
A los postres y «cosas de merendar» sigue la misma originalidad. No falta un postre muy sevillano como el milhojas de nata y caramelo o el helado de turrón con caramelo, pero la estrella de la casa es la torrija, «pero al estilo sevillano», aclaran. Lleva un pan especial para torrijas realizado también por el horno de Antonio Gorrión, se baña en huevo y vino y finalmente lleva un baño en una miel rebajada. Para los valientes, la torrija se puede flambear con anís de «La Hormiga»…La casa tiene la suficiente personalidad para no acompañar la torrija con un helado de vainilla, que está ya casi más pesado que el tataki de atún.
Horarios, localización, teléfono y más datos del Gran Café España, aquí.
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