Sin haber cumplido aún los 40 años, el sevillano Jaime Guardiola, junto a sus socios y paisanos Víctor Ortega, Luis Carlos Pérez y Pedro Ruiz-Ocejo, ya han hecho realidad el ‘sueño americano’: Los cuatro regentan Black Iron Burger, una cadena de hamburgueserías gourmet en Estados Unidos que está a punto de abrir su cuarto establecimiento

 

Triunfar en el mundo de los negocios empezando desde cero en el país más competitivo del mundo es una empresa sólo al alcance de unos cuantos elegidos. Y que incluso puede llegar a alcanzar tintes épicos, si el éxito llega algo así como ‘vendiendo hielo a los esquimales’, o sea, enseñando a los neoyorkinos cómo se hace la hamburguesa perfecta.

Black Iron Burger se empieza a fraguar cuando en plena crisis del ladrillo, dos viejos amigos de la infancia, Jaime Guardiola y Víctor Ortega, atravesaban por dificultades en sus respectivos negocios, el restaurante Tribeca del primero, y la empresa de eventos y audiovisuales del segundo. Lazos familiares de Víctor lo acabaron llevando hasta Nueva York con la idea de reorientar su carrera profesional en el ámbito de la hostelería, para lo que acudió de inmediato a la experiencia y conocimientos de su amigo Jaime, que se enroló sin pensárselo en la casi suicida odisea de unos sevillanos que querían abrir una hamburguesería en Manhattan.

Al reto se unieron también dos antiguos compañeros de Guardiola en la Escuela Superior de Hostelería de Sevilla, los cocineros Pedro Ruiz-Ocejo y Luis Carlos Pérez, artífices todos por igual del éxito de esta aventura que se inició en 2013 y que ya acumula 3 locales en la Gran Manzana, más un cuarto que abrirán en Brooklyn durante este año, el catering Saffron y 2 carritos de comida. Entre todos ellos, despacharon el pasado año la friolera de 220.000 hamburguesas, muchas de ellas con jamón ibérico, con queso manchego, con pan tumaca o, incluso, con huevo frito “a la española”, es decir, con sus puntillitas y su yema líquida,  o lo que es lo mismo, Como-Dios-Manda, pero que dejó ojipláticos a los neoyorkinos que aplaudieron a rabiar la innovación, acostumbrados ellos a sus insípidos y tiesos huevos a la plancha, con esa yema con la misma textura que una chancla vieja.

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Algunas de esas más de 200.000 hamburguesas han sido disfrutadas en estos años por personajes tan diversos como el ex ministro Miguel Arias Cañete, el reconocido chef José Andrés, Ágatha Ruiz de la Prada, El Cordobés, Puyol (el del Barça, no el otro) o hasta el mismísimo James Bond, encarnado en la figura del actor Pierce Brosnan, atraídos todos ellos por innegables méritos como el haber sido elegidos en la guía Zagat, considerada como la Biblia gastronómica estadounidense, como mejor hamburguesería de Nueva York en 2017 o la recomendación destacada en New York Times.

Cuando se le pregunta a Jaime Guardiola por el secreto de tamaño éxito, siempre destaca 2 claves: el respeto al equipo, algo poco habitual en la despersonalizada cultura de gestión en la hostelería norteamericana, y el ambiente que se crea en los locales, mucho más cercano y amigable que el característico para este tipo de negocios en un país donde todo es bastante más frío y distante.

Hasta tal punto han querido estos infiltrados implantar las sevillanas maneras en la Gran Manzana, que han llegado a convertir su local de la calle 38 con la 8ª Avenida en la sede oficial de la Peña Bética de Nueva York, en la que todas las semanas se ven en sus pantallas gigantes los partidos del Real Betis, entre camisetas firmadas, banderas y bufandas del equipo verdiblanco.

Por el horizonte de estos emprendedores de éxito ya asoma Black Iron Express, una línea más casual de sus restaurantes, ideal para implantar en centros comerciales, aeropuertos o grandes eventos. Con un par.

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Una de las hamburguesas de Black Iron Burger. Foto: Cedida por el establecimiento.

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