Taberna A la Mar cumple su primer año de vida acercando la gastronomía gaditana a este barrio de Sevilla que demanda la materia prima, traída directamente desde lonjas gaditanas, y el saber hacer gastronómico de la barbateña Manoli Lobo.
«Soy gaditana, barbateña, nacida entre dos mares, acariciada por vientos de levante y con aromas marineros de una gastronomía en la que siempre predominó el mar. Atunes, chocos, sargos, brecas, sardinas, arroces, papas guisadas, boquerones, calamares, y así hasta el infinito». Poco queda que añadir tras esta presentación que la emprendedora Manoli Lobon realiza de sí misma a la hora de dar a conocer su establecimiento: Taberna A la Mar, un proyecto gastronómico ubicado en el barrio de Nervión que ha cumplido su primer año de vida celebrando la consecución cometido para el que fue creado. «Buscaba acercar la cocina gaditana a Sevilla dándole un lugar preponderante a los pescados frescos traídos de lonjas de Cádiz», explica Lobon, hija de un marinero barbateño a quien rinde homenaje con este establecimiento «hombre curtido por embestidas de mares, faenando en barcos de pesca toda su vida, y de quién heredé la pasión por guisos marineros y los salazones».
Como no podía ser de otra manera, Manoli Lobon también trabaja atún de almadraba a través de conocidos distribuidores del sector como Petaca Chico y Hermanos Garrido. «A lo largo de este año lo hemos cocinado de muy diversas maneras, quizás el tataki y el tartar son los que más han sorprendido», comenta la propietaria que junto a su cocinero Dani López ha elaborado una carta de tapas y platos en constante cambio donde no faltan frituras como ortiguillas, chocos, cazón en adobo, tortillitas de camarones o elaboraciones tan gaditanas como los garbanzos con langostinos o las papas con chocos. «También estamos introduciendo innovaciones como el tataki o el solomillo de toro de lidia, por introducir un punto diferente a nuestro local. De todas formas, aunque mantenemos los clásicos, intentamos incluir novedades sorprendentes»
Manoli hace balance de sus primeros doce meses frente a su propio negocio y esboza una sonrisa. Se siente satisfecha. «Nos hemos hecho con una clientela que vuelve una y otra vez. Nuestra materia prima y cocina están gustando», manifiesta. La barbateña tiene el firme convencimiento que continuará en este establecimiento vestido con redes marineras y demás utensilios que evocan a su Barbate natal por muchos años más.
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