Setenta años sirviendo contundentes tostadas y un anisado de elaboración propia han convertido a este bar en toda una institución de la desayunística en Alcalá de Guadaíra.
Baltanás, tiene vocabulario propio…el Betis, el ligaito, la pringaita…en este bar del centro de Alcalá fundado en los años 50 del siglo XX todo tiene su puntito. Para la historia, habrá que apuntar que fueron los inventores de uno de los «maridajes» más sorprendentes del mundo, jamás calculado por los expertos, el de acompañar una tostada de pringá, de esas de relleno jugoso y rebosante, con un «copazo» de anís, «ligaito» (dicesé de la mezcla secreta que hacen en Baltanás, de anís dulce con anís seco). En Alcalá todo el mundo, al levantarse, lo que hace es «rendir culto a Baltanás» y acude a desayunar a un sitio que te tienes que apuntar en tu agenda de sitios para empezar el día con muchas ganas.
No hay alcalareño que se precie de serlo que no haya degustado en alguna ocasión y de buena mañana un ‘Betis’ acompañado de una tostá ‘pringaíta’ en el mítico bar Baltanás de Alcalá de Guadaíra. Y que, para rematar la faena y entrar en calor, culminara su ingesta con un anís de la casa servido en una pequeña copa de licor.
Porque en Baltanás, los desayunos con anís entran. Tal y como marca la tradición del que es uno de los templos de culto de los tentempiés matutinos en Alcalá. Cá Baltanás sirve una media de unos doscientos desayunos diarios entre semana y más de trescientos los sábados y domingos. “La demanda se desmadra aún más en días claves como la Madrugá del Jueves al Viernes Santo donde se alcanzan los 2000”, desvela Juan Antonio Parra, propietario del establecimiento.
Aunque, al margen de la concurrencia en jornadas festivas, las bondades de las contundentes tostadas, cafés y ‘ligaítos’ de Baltanás gozan de una fama indiscutible en la localidad. Parra es el encargado de preparar minuciosamente cada tarde la carne mechada, pringá de cocido, falda y manteca colorá que recubrirán al día siguiente los molletes tostados de Pan de Alcalá que sirven por las mañana en el establecimiento. “Las de pringaíta y carne mechada son las tostadas más conocidas, aunque también salen mucho los bartolitos”, comenta, a la vez que explica que en Baltanás presumen de, en ocasiones, utilizar sus propios vocablos para referirse a sus productos. “Un Bartolo es un mollete de falda con jamón serrano, Angelito llamamos al de mechada y Cantábrico al de anchoa, caballa, cebolla y morrón”.
Pero existen otros términos que aún más arraigados a la historia de Cá Baltanás, un establecimiento que, según Parra, «parece ser que recibe su nombre del abuelo del anterior dueño». Se trata de aquellos que ya se utilizaban hace más de setenta años cuando Baltanás se encontraba en la bodega de la calle Mina, desde donde pasó a céntrica calle Mairena en los años 50. En esa bodega vio la luz hace un siglo el ‘ligaíto’, un anisado compuesto por una mezcla de anís seco y dulce con unas proporciones secretas tan solo conocidas por su propietario, Enrique Rodríguez Coronel. “La bebida comenzó a servirse desde sus inicios en Baltanás y a día de hoy es todo un símbolo del bar”, explica Parra quien custodia actualmente la fórmula del anisado que se comercializa desde 2017 con el nombre de ‘El Ligaito de Baltanás’. “Lo ponemos siempre bien frío y la gente lo sigue pidiendo en los desayunos, como se ha hecho en Alcalá de toda la vida”, especifica Parra.
Además, su aceptación en la localidad es tal que hay otros establecimientos alcalareños donde también lo sirven, así como supermercados de la zona que lo tienen a la venta. En en el propio Baltanás puede adquirirse la botella a 10, 50 euros o bien realizarse encargos vía telefónica (661 139 689).
Junto al ligaíto, también en los primeros años de vida de Baltanás surgió la costumbre de denominar ‘Betis’ al café con leche, debido a que este era el nombre de la marca de los vasos en los que por aquel entonces se servía esta bebida. Y así se le sigue llamando a día de hoy. “Son muchas las anécdotas que ya se han convertido en tradición”, apunta Juan Antonio Parra que las heredó de Antonio Saavedra Salpicón, quien fuera el anterior encargado del establecimiento “que me enseñó todo lo que sé de este bar”.
De él también aprendió Parra a coordinar a la perfección a su equipo de camareros para servir con efectividad a los numerosos alcalareños que cada día atestan las instalaciones de Cá Baltanás. “En 2017 hicimos obras, modernizamos el local y lo ampliamos un poco. De todas formas, siempre está lleno y eso es una alegría” La jornada laboral comienza temprano en el número 12 de la calle Mairena. A las seis y media de la mañana entran los primeros clientes a demandar sus desayunos. Los más madrugadores, explica Juan Antonio, suelen ser panaderos y propietarios de ultramarinos. Poco a poco, el goteo de clientela se convierte en constante e incesante. Muchos de ellos provienen del colegio de los Salesianos, muy próximo al establecimiento. “Desde que llegué en 1987 he visto a alumnos, profesores y padres de distintas generaciones venir aquí cada día y crecer con nosotros”.
Hasta casi las doce del mediodía, los alcalareños no perdonan y demandan repetidas veces el tridente desayunístico por excelencia de Baltanás: una de pringaíta, el betis y su posterior ligaíto, dando sentido a las letras del azulejo que custodia la barra de este mítico bar: “Alcalá tiene tres cosas que no se pueden igualar: el pan que le da su nombre, el cante por soleá y el aroma inconfundible del ‘ligao’ de Baltanás”.