La Azotea de Sevilla inaugura nuevo establecimiento en la calle Conde de Barajas. El espacio es más amplio que el anterior local que tenían en la zona, e incluye «la pecera», un reservado dentro de la propia cocina. Aprovechamos para contar cómo se come en el recién estrenado local de Juan Gómez, Jeanine Merrill y Elena Menini.

 

Cuando algo funciona bien, es mejor no tocarlo, o hacerlo lo menos posible. La Azotea, el exitoso local de Juan Gómez y Jeanine Merrill, a los que se ha unido Elena Memini, solo tenía una pega: era demasiado pequeño. La solución la han encontrado a cincuenta metros (a ojo), en la esquina de la misma calle Jesús del Gran Poder con Conde de Barajas.

Lo demás sigue siendo, afortunadamente, igual. Aquello que ha hecho que La Azotea esté presente en prácticamente todos los listados de bares de éxito se mantiene en el nuevo emplazamiento: profesionalidad, simpatía y una cocina de altura donde el buen producto es el único protagonista. El espacio es más cómodo y luminoso, y aunque se echa de menos la barra hay una agradable sorpresa: La Pecera, un reservado dentro de la propia cocina. La carta, como siempre ha sido aquí: la normal, con los clásicos de La Azotea; la de los especiales del día, con productos de temporada; y la que te canta el cocinero con lo que haya en la vitrina, que es lo que se ha traído esa mañana de la lonja.

Ya sentados no se nos ocurre mejor comienzo que una buena manzanilla de Sanlúcar, en este caso Gabriela (3 euros), de la bodega de Miguel Sánchez Ayala. Buen pan, del que sabe a pan de verdad, y buenos picos de Diego Vega, de Utrera, hechos con masa madre. Para empezar, “Merluza de pintxo rebozada en tortilla de camarón con mayonesa de piparras” (15 euros). Un bocado exquisito, porque si las dos cosas están buenas por separado, no desmerecen en absoluto al combinarse, e incluso ganan algo con la mayonesa que acompaña, que tiene el punto justo de pique para no eclipsar a los protagonistas del plato.

Merluza camarones La Azotea

La merluza rebozada con tortillitas de camarones. Foto: Cosasdecome

 

Los vinos hechos con uva bobal están de moda, y allá que nos lanzamos aún sabiendo que todo lo que estaba por llegar a la mesa era del mar. La elección: La Traca (3´2 euros), tinto de la D.O. Valencia, que resulta encajar a las mil maravillas. Elegante, goloso, con un punto aterciopelado que recordaba a la piel del melocotón. Pura fruta. Perfecto para las Gambas de leche al ajillo con huevo (12 euros), una generosa sartén que uno empieza a comer con muchas ganas, pero que termina empalagando un poco por el exceso de aceite que se queda impregnado en los bichitos.

Las gambas cristal con huevo de La Azotea. Foto: Cosasdecome

Las gambas cristal con huevo de La Azotea. Foto: Cosasdecome

 

Lo siguiente en desfilar por la mesa es una oda al producto: Pulpo a feira con parmentier (18 euros), un platazo donde se borda el punto del pulpo. Sí, pulpo, no los sucedáneos que inundan los bares y que solo se preparan ya a la brasa. Las dichosas modas. El nuestro no deja lugar a la duda, y la combinación del pimentón con la parmentier hace que caiga algún que otro barco de pan. Para cerrar, otra copa de tinto (extrañamente le faltaba temperatura) y otro de los especiales del día: Chipirones con salsa romescu y verduritas (15 euros), donde los bastones de calabacín, el brócoli o los dados de calabaza estaban para echarlos a pelear con los propios chipirones. La salsa dio para un nuevo barco.

Los chipirones de La Azotea. foto: Cosasdecome

Los chipirones de La Azotea. Foto: Cosasdecome

 

Aquí no hay que preguntarse si es un sitio caro o barato. Lo que hay que hacer es venir, disfrutar, dejarse aconsejar y, por último, poner en una balanza lo que das frente a lo que recibes. Seguro que el resultado es una sonrisa de satisfacción.

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Juan Gómez en la cocina del nuevo establecimiento. Junto a él pueden verse los cristales de La Pecera. Foto: Cosasdecome

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