En este pequeño restaurante de Alanís que funciona junto a un hotel del mismo nombre, preparan desde el pan a las chacinas. Están especializados en legumbres y en disfrutar de la comida con pausa
Desde hace algo más de 20 años Ana y Jose reciben a los huéspedes de su pequeño hotel rural en Alanís Casa Adriano con una sorpresa, un restaurante a la altura del entorno especializado en legumbres donde todo se prepara allí, incluso el pan y las chacinas, para los comensales del día.
La idea de montar un negocio siempre rondó la cabeza de Ana, hasta que su pareja terminó trabajando en la localidad de la Sierra Norte y vieron la oportunidad de montar una casa rural con restaurante. Ellos dos son los que se ocupan de todo: desde gestionar reservas a limpiar las habitaciones. Ana es la cocinera, que, a pesar de empezar sin conocer el sector, estos 20 años le han servido de formación intensiva. Ambos viven allí, así que reciben a los clientes en su propia casa.
El restaurante Casa Adriano funciona solo con reserva, para un número limitado de comensales (tan solo tiene cuatro mesas). La comida que hay es la que está preparada, por eso siempre conviene preguntar por si hay un hueco y platos disponibles. No cogen grupos grandes ni intentan apurar el negocio más allá de lo que es posible preparar de forma casera. Se come a las dos y se cena a las diez, y a partir de ahí no hay turnos, no se le mete prisa a nadie.
Ana elabora todo, menos el jamón, el queso y el vino. Al principio compraban el pan, pero se dieron cuenta hacer el suyo propio era una manera de «cerrar el círculo» de una forma de trabajar donde la materia prima se cuida al detalle. Como ejemplo, solo usan aceite de oliva virgen extra, parte de la receta de su pan de pimentón de la Vera. Otros panes originales que sirven son el de chicharrón con atún y el de manzana con morcilla. Lo ofrecen como un plato más, como el acompañante perfecto de su cocina de toda la vida.
Recuerda cómo empezó preparando unas croquetas de setas y otras de espinacas. Utilizaba las espinacas frescas, nada de bolsa ni congelados. Se convirtió en un plato recurrente en muchos restaurantes, al probarlas descubrió que no tenían nada que ver con las suyas que cocinaba desde cero. Diferenciar su carta de otros establecimientos hizo que pasaran a ser un fuera de carta en una oferta que califican como «honesta».
Las legumbres son el ingrediente estrella: lentejas, alubia carilla, garbanzo pedrosillano… Con ellos elabora guisos, algunos que hacen las delicias de los veganos, y otros como las lentejas con langostinos, que suponen propuestas poco vistas. Han rescatado una receta de una persona anciana que han llamado Cocido moreno con alubia roja, garbanza, berenjena y embutidos. Estos últimos, de cordero, perdiz o cerdo, los prepara la propia Ana.
Utilizan productos de temporada, como es el caso del cerdo ibérico de bellota, que lo está actualmente, trabajando solo cortes nobles: presa, solomillo y carrillera. Pato, jabalí, perdices, también son parte de Casa Adriano si es el tiempo de cada una de ellas. Las preparan tanto guisadas, como el caso de las Carrilladas en adobo como a la barbacoa. También trabajan algunos pescados, aunque sin duda el peso de la carne es mayor por la zona en la que se encuentran. La carta es muy cambiante, dependiendo de los productos disponibles, y también variada, entre todas las recetas que maneja Ana, que corta y fríe las patatas al momento si es necesario. Quesos, aceitunas aliñadas por ellos de sus olivos, berenjenas escabechadas… son otros de los platos que suelen preparar.
Los postres están marcado también por la tradición y los árboles de su propio huerto. Cultivan membrillos, limones, naranjas, higos… que se convierten en jalea, cremas o meten en almíbar. Las poleá o gachas y las torrijas de pan, pan, con miel y vino, pueden poner el punto final a una comida en Casa Adriano.
La bodega del restaurante sigue la misma filosofía: solo tienen vinos andaluces. Tanto generosos del marco de Jerez como de Montilla-Moriles, tintos y blancos, todos son andaluces. Así muestran a muchos que el vino tinto no es solo «un rioja», sino que sin salir de Andalucía hay una gran variedad donde es fácil encontrar el que más gusta a cada uno.
El restaurante se compagina con el hotel, solo para adultos, que cuenta con seis habitaciones con nombres como «El zaguán» o «El anafe», recuperando palabras casi olvidadas. Ambos espacios comparten el ambiente tranquilo de la Sierra Norte, ideal para una escapada para descansar. Es el concepto de comida lenta (el llamado slow food), ahora tan de moda, pero que no es más que una vuelta a los orígenes que Ana y Jose practican a diario.
Todos los datos de Casa Adriano, aquí.
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