El restaurante No-lugar de Sevilla acaba de introducir en carta una interpretación muy personal de este clásico bocadillo elaborada con solomillo al whisky, pimiento y panceta sobre una base del más típico pastel utrerano.
No-lugar es de esos restaurantes que, sin lugar a dudas, ocuparía siempre una de las primeras posiciones en un raking de establecimientos gastronómicos originales en la capital hispalense. Espacio gastronómico a la par que artístico y cultural, el equipo de No-lugar entiende la cocina como un conjunto de propuestas basadas en la fusión y elevadas a la categoría de arte. En un monumento para el paladar parece ser que se ha constituido una de sus últimas incorporaciones en carta: una interpretación muy personal del serranito donde es un mostachón de Utrera el que hace las veces de pan.
Según explica la propietaria del establecimiento, Cristina Galeote, este plato responde a un guiño que el establecimiento quiere hacer a la cocina de Andalucía con algunas de sus próximas elaboraciones. «Siempre hemos tenido toques gastronómicos muy internacionales. Sin olvidarlos, queremos jugar también con productos andaluces. ¿Y qué hay más de la tierra que un mostachón de Utrera?», afirma Galeote que desvela que el secreto de este particular serranito está en el solomillo al whisky que lo acompaña y que hace que el dulce se empape de su salsa. «Ese contraste entre dulce y salado es genial. Lo rematamos con el clásico pimiento frito y cambiamos el jamón por panceta», añade.
A este plato de mostachón de Utrera con solomillo al whisky, se unen otras propuestas de sabor andaluz como los raviolis negros con langostino de Sanlúcar, la nueva revisión de la ensalada malagueña de patatas, bacalao, naranja y aceitunas negras o su particular aliño con tomate de Los Palacios. Dentro de esta misma línea, explica Galeote, No-lugar incorporará además nuevos vinos «de Andalucía y de gran calidad». «Queremos reivindicar lo nuestro».
Respecto al grado de aceptación de la interpretación propia del serranito con base utrerana, que se cotiza a ocho euros por plato, ha sido tal la respuesta de los clientes que ha sorprendido incluso hasta al propio equipo de No-lugar. «Llevamos poco tiempo con él y ya tenemos que hacer un nuevo pedido de mostachones. La cosa funciona», sentencia Cristina Galeote.