Ana Linares regenta esta original tienda de vinos en la que no hay prejuicios ni complejos. Sirve los vinos de los que se enamora, los que tienen una historia detrás. A ratos se transforma en un espacio en el que tapear y beber vinos nacionales poco conocidos.
La fábula de la zorra y la uva cuenta cómo el animal, desesperado por no poder alcanzar unas uvas con las que saciar su hambre, se aparta airado pensando que mejor no comerlas porque seguro que no están maduras. Lama La Uva es además del nombre de una desenfadada tienda de vinos de Sevilla, una invitación que hacen a probar, ampliar conocimientos y descubrir qué vinos son para cada cual.
Ana María María Linares es la mujer tras este curioso local. Es ingeniera industrial pero cambió su camino por una idea que le estuvo rondando la mente durante un tiempo: abrir su propio negocio. Una vinoteca resultó ser el tipo de proyecto que más le apasionaba, y, paseando por la zona de la Setas en la calle Regina, vio un local disponible y aunque le surgieron dudas sobre qué le depararía el futuro, se decidió a andar un camino que finalmente le ha traído muchas alegrías y reconocimiento. La última edición de los premios Solera colocó a Lama La Uva como la segunda mejor tienda de vinos de Sevilla, entre dos pesos pesados del sector, Delatierra (aquí un reportaje sobre esta vinoteca) y Viña y Licor.
La tienda conquista por su aspecto diferente y su filosofía que reta a probar vinos diferentes: «Hay gente que entra y dice que no conoce ninguno de los vinos que hay, y yo les digo que me congratula». La idea en la mente de Ana era salir de lo que hace todo el mundo, beber los mismos vinos de las mismas marcas. Ana cuenta que quieren destacar vinos de Andalucía y otros orígenes, que trabajan con uvas autóctonas, poco conocidas, y sobre todo, que tengan una historia detrás. Cada productor, de cada suelo y de cada proceso, tiene sus porqués y en Lama La Uva lo trasladan al cliente, con una «pequeña clase» cada vez que venden una botella o sirven una copa. Lo llama «beber conscientemente». Gracias a este escaparate, las pequeñas bodegas han dado un gran salto hacia la profesionalización, cuenta Ana, y son cada vez más consumidos.
Además de usar su conocimiento para seleccionar los vinos de su catálogo, Ana dice que tiene que enamorarse de ellos. Hasta ahora son unos 200 los que han elegido para estar en su tienda, aunque son alrededor de 400, todos españoles, con los que trabajan y van rotando entre referencias que ya conocen y las que van descubriendo.
Lama La Uva tiene una doble personalidad, como tienda de día y lugar de tapeo por la noche, aunque hacen ambas cosas en cualquier horario, especialmente los fines de semana . El año pasado se hicieron con el local contiguo ampliando el espacio para consumir en el local. No tienen cocina, pero sí una carta con tapas de abacería, tostas y un apartado más elaborado con hamburguesitas de pulled pork o canelones de pato y foie. Ofrecen un menú maridado en el que acompañan cuatro tapas con cuatro vinos a su medida explicando el por qué de cada uno. Además, programan periódicamente catas y otras actividades.
Ana se enorgullece del equipo que ha formado, en el que actualmente trabajan cuatro personas más. Prevé que la tienda siga creciendo a la vez que lo hacen ellos, en los que ven un gran potencial que ya está dando sus frutos.
Información sobre la vinoteca Lama La Uva, aquí.