Patata agria, aceite de girasol y sal son los únicos ingredientes de estas patatas que presumen de pueblo en su bolsa
No son pocas las patatas fritas que se elaboran en Sevilla, basta consultar este listado para comprobarlo. En Pruna tienen la suyas propias de bolsa, con al que presumen de pueblo. Tanto en su nombre, Las de Pruna, como en su envoltorio, que luce una imagen del castillo del Hierro.
Tras estas patatas fritas están José María Grande Verdugo y su socio José Manuel Ponce Ramos, que llegaron al sector de la alimentación cuando en 2017 decidieron comprar el negocio al anterior propietario, que no duró mucho en él. José María tenía un taller de cerrajería, mientras que su socio trabaja en un bar, pero se lanzaron a este mercado que les «hacía ilusión». Aunque no es fácil, lo están sacando adelante con la elaboración artesana por bandera.
Utilizan la patata agria de diferentes puntos de España que les provee El Catalán. De esta manera se aseguran la producción prácticamente todo el año, ya que reciben en cada momento la que está en temporada en las diferentes zonas: empezando por la zona de Sevilla en mayo y terminando por el Norte en octubre. No añaden más que la patata, aceite de girasol alto oleico y sal. Por eso, la fecha de consumo preferente es muy corta, un mes desde que las elaboran. Las hacen en Pruna en una nave alquilada de unos 250 metros cuadrados, donde a diario fríen alrededor de 800-900 kilos de patatas.
Ellos las elaboran, las empaquetan, las almacenan y las distribuyen, gracias a dos comerciales que trabajan con Las de Pruna. Llegan a los pueblos de su comarca, a Cádiz, Málaga, y ahora están llegando a Dos Hermanas y Sevilla capital. Siempre en pequeñas tiendas. Les gustaría ampliar mercado, pero sin perder esa elaboración artesana que les da el toque característico.
Además de las patatas fritas, comercializan cortezas de trigo, aunque estas no las fabrican ellos, si no que las envasan bajo la su marca Las de Pruna.
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