Cafetería, restaurante, sala de exposiciones.. Esta propuesta sin etiquetas, abre solo los fines de semana en horario ininterrumpido para ser un lugar de encuentro y disfrute sin prisas
Desde hace casi un año, Bollullos disfruta de un espacio diferente, donde cada cliente define qué es. Es un proyecto puesto en marcha por Manuel López en su localidad natal. De la arquitectura y el perfume, sectores a los que ha estado vinculado, ha pasado también a la hostelería aglutinando y compartiendo las cosas de las que disfruta.
Cuatro Vigas es una cafetería, un restaurante, una sala de exposiciones, de catas, de talleres, un lugar para relajarse … bajo un ambiente cuidado «al milímetro» que algunos comparan con el de sofisticados locales del norte de Europa. Solamente abre los fines de semana, de viernes a domingo, ya que, tanto Manuel como Sonia Risco y Nuria Fernández, amigas que le acompañan en esta aventura, tienen otros trabajos que compatibilizan con Cuatro Vigas. Este nombre es, al mismo tiempo, un guiño a la patrona de Bollullos, Nuestra Señora de Cuatrovitas, al mundo de la arquitectura y a las cuatro vigas del local en que se encuentra.
Entre las cosas que hacen diferente a Cuatro Vigas es que no está planteado como un negocio, que cuenta Manuel es «la negación del ocio». Abren desde la mañana a la noche, con horario de cocina ininterrumpido, donde no buscan la rotación: el cliente puede llegar a primera hora y marcharse a la de cierre, no hay prisas. Lo que sí tienen claro es lo que no quieren que se convierta Cuatro Vigas. Para ello tienen «filtros» como no tener un grifo de cerveza para que no se convierta en una cervecería, y las copas son algo más caras que en otros sitios para evitar que estas monopolicen la dinámica del establecimiento. Pretenden mantener un ambiente tranquilo y familiar, donde hay juegos para los niños con los que también pueden compartir tiempo con sus padres.
Manuel explica que Cuatro Vigas es un resumen de su vida y de la gente que le rodea, por eso crea sinergias que se ven reflejadas en la decoración con obras del artista sevillano Raúl Guridi, que hacen referencia al café y al vino. Para la rehabilitación del espacio han usado el concepto japonés wabi-sabi, donde lo antiguo se integra con lo moderno, diferenciando cada etapa.
La cocina también está a cargo de ellos, que no son cocineros profesionales, pero acuden a materias primas de calidad, con los nombre y apellidos de sus productores. Elaboran casi todo, y lo que no, lo dicen, de nuevo indicando el nombre del origen. Las tostas son gran parte de la carta del establecimiento: «Soy el nieto de Anita la panadera y mi familia está vinculada al pan», dicen Manuel. Utilizan pan del obrador madrileño Panes con Alma, en propuestas como el pan roll que sirve de base a unas costillas a baja temperatura; la tosta de sobrasada con queso de cabra, piñones y ágave; o la llamada Sonrisa Toscana, con mortadela de bolonia o pollo asado, pesto, piñones y rúcula. Además, preparan diferentes perritos calientes con muchos ingredientes de cocina de otros países como el chipotle, la salsa teriyaki o la sriracha. Hay algo de guiso, como las albóndigas de Sonia y también un par de platos de carne. Apuntando a la gastronomía más tradicional de tapeo, proponen embutidos, chacinas, quesos y conservas, y de vez en cuando tienen algún fuera de carta que suele ir orientado de nuevo a la cocina internacional. Toda esta comida se puede degustar bajo reserva previa.
En este amplio horario de nueve de la mañana a 12 de la noche caben desayunos, brunch y meriendas. Tostadas con mantequilla, tartas, croissants, conviven con algunas de sus especialidades saladas, tostadas, revuelto, pudiendo elegir entre el desayuno inglés, el americano con tortitas, o alguna de su amplia oferta de panes. Para el café han apostado por la marca malagueña Specialty Mountain Coffee, que trabaja café de especialidad que les llega prácticamente recién molido.
La vinoteca es otro de sus puntos fuertes, asesorada por el distribuidor Luis Gutiérrez de The Singular Factory. Eligen vinos de bodegas pequeñas, con producciones limitadas, que no son vinos comerciales. Suelen manejar un catálogo de unas 100 referencias, casi todas servidas por copas de bodegas de diferentes denominaciones españolas. Dedican un apartado a los vinos generosos de Jerez y Montilla-Moriles, con especial presencia de la bodega Ximénez-Spínola. También cervezas artesanas, kombucha y tés, completan la cuidada selección de este original rincón en Bollullos.
Teléfono, dirección y más datos sobre Cuatro Vigas, en este enlace.
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