Una pareja de hosteleros franceses proponen descubrir la gastronomía tradicional gala a través de más de una decena de tapas diferentes en su establecimiento del centro de Sevilla.
Un gallo francés no emite el mismo sonido al cantar que uno español. O, al menos, su transcripción no se recoge por igual en ambos idiomas. El ‘kikiriki’ del gallo patrio se torna en un ‘cocorico’ cuando el ave en cuestión cacarea a oídos de los franceses. Bajo el canto y cobijo del animal galo por excelencia, ha nacido en junio un nuevo restaurante de cocina francesa en el centro de Sevilla. No en vano, lleva por nombre la famosa onomatopeya. El Cocorico ofrece cocina tradicional francesa, especialmente del sur del país, aunque en un formato que haría cacarear de asombro al famoso gallo galo: las tapas.
«Tengo familia en Granada y pronto aprendí la cultura de la tapa que tan unida está a Andalucía. En el Cocorico queríamos que nuestros clientes pudieran probar muchas cosas diferentes en una sola visita. Las tapas eran la mejor opción», explica Pablo Rigol, co-propietario del establecimiento y chef del mismo. Más de una decena de tapas variadas componen la oferta gastronómica del Cocorico entre las que destacan, según explica Rigol y su socia Anaïs Le Calvez, el foie gras casero con confitura de higos y tosta de pan cítrico y, como no podía ser de otra manera, la tabla de quesos franceses. Aunque también tienen gran demanda una carrillada típica de las montañas de Niza y los Farcies Niçoils (Tomates, calabacín y berenjenas rellenas), una de las numerosas recetas de la abuela de Anaïs que se elaboran en el establecimiento.
Como no sólo de tapas vive el hombre, aunque sea en Andalucía, el restaurante cuenta también con varias opciones de platos. «El magret de pato con miel y tomillo gusta mucho. También tenemos postres caseros como la tarta de limón, albahaca y merengue y siempre estamos creando opciones fuera de carta», añade Rigol.
Es el propio Rigol el encargado de la elaboración de todos y cada uno de los platos que cobran vida en El Cocorico. Formado en una Escuela de Hostelería Internacional ha trabajado en numerosos restaurantes de alta cocina del sur de Francia, París, Inglaterra y Noruega. Mientras, Anaïs, de familia de propietarios hosteleros, se ocupa de la sala. «Anaïs y yo hemos hecho realidad dos de nuestros sueños: vivir en Sevilla y montar nuestro propio restaurante juntos. Seguiremos trabajando duro para que nuestros clientes continúen tan contentos con nosotros como hasta ahora», sentencia el propietario.