El establecimiento, que oferta cada día al menos 10 frituras diferentes de pescado, parece que está al lado de un puerto pesquero…pero está en Bellavista, se puede comer por menos de 15 euros y complementa su oferta con guisos bastante rebañables…y el plato del cura

 

Los de las pescaderías de Javi Poleá y Juan Marrufo, dos establecimientos del cercano mercado de abastos de Bellavista, aparecen a media mañana con la pesca del día. Los hermanos Margari y Paco Romero Alberto enseñan orgullosos la impresionante bandeja de boquerones abiertos para meterlos en adobo. Es una de las estrellas de la casa. «Lo único que le pongo es un poquito de vinagre y ajo» afirma Margari con una humildad y sencillez que se repite durante toda la charla.

Podríamos estar, por el género que despachan, en un bar de la barriada de Bonanza en Sanlúcar de Barrameda o en un rinconcito de esos que solo conocen los más listos de Isla Cristina, pero que va, El Palmeras II está en la calle Fernando VI, en Bellavista en la esquina de una plaza con arbolado y juegos infantiles. Las pijotas, de esas de tamaño como de palma de la mano con un poquito de muñeca de propina, salen rubias en una tapa en la que vienen dos lujuriosos ejemplares al precio de 3,50 la tirá. Hoy han venido también, además, salmonetes, acedías, huevas de merluza, huevos de choco, taquitos de merluza y de bacalao, chocos y calamares. «Todo lo que tenemos es fresco» destacan los hermanos Romero. «Aquí lo único que toca el congelador son los Sanjacobos y las croquetas, que los hacemos nosotros pero que no pierden con la congelación».

Los boquerones en adobo, una de las tapas más aplaudidas del establecimiento. Foto: Cedida.

No hay carta. Todo se expone en grandes pizarras repartidas por el bar. Los clientes la leen con atencion y le hacen fotos para luego «cantarlas» al resto de sus acompañantes. Casi todo se sirve por tapas y raciones y no importa si te atienden en la barra o en el pequeño comedor con capacidad para una treintena de comensales.

El Palmeras 2 es lo que los expertos en tapatología sevillana llaman un bar de barrio, que traducido resulta, comer bien, pero a la mitad de precio que lo haces en el centro. Margari Romero llegó al establecimiento muy jovencita. Había estudiado para auxiliar de clínica pero lo de la hostelería lo llevaba en la sangre porque su padre ha regentado locales como la peña sevillista, otro sitio muy conocido. Lo del Palmeras 2 era porque muy cerca existía el Palmeras. Margari llegó entonces de la mano de su entonces marido, José Segovia. Pero luego, Margari se quedó sola al frente de todo y a su lado se situó su hermano, Paco. Margari tiene ahora 54 años y Paco 37. El menor de los Romero sabe también de bares y también ha pasado por algunos de los «importantes» de la barriada.

Vista exterior del establecimiento. Foto: Cosasdecome.

Los dos forman un tanden que se entiende a la perfección. Margari se ocupa de la cocina y Paco controla el singular mundo de la barra del establecimiento, ahora con algunas mesas altas pero hasta la Pandemia de esas de codo y apretujón. A eso unelé la gente que se pone en la calle a disfrutar de la Cruzcampo y la tapita y el comedor, en el que, además, admiten reservas.

El Palmeras es un bar de barrio…pero con colores. La barra tienen unas bandas de madera en distintos tonos y en el salón las sillas son amarillas, colorás tirando a Bombón Palaciego, o azul mar de Sanlúcar de Barrameda. En la pared algunas pinturas elaboradas por la propia Margari. Es bar de bulla pero los Romero Alberto controlan la situación.

El comedor tiene el detalle de las sillas de colores. Foto: Cosasdecome.

Por la ventana que da a la barra y por la puerta de la cocina no paran de salir platos blancos con las tapas. «Todo se hace cuando la gente lo pide. Si hay que freir dos pijotas se frien dos pijotas para una tapa» dice Margari. Incluso cuando le piden un frito variado «no ponemos todo en la freidora sino que lo vamos haciendo uno por uno porque no es lo mismo freir pijotas que unos calamares. Cada uno necesita su tiempo» destaca esta mujer de pelo recogio en coleta y vestida de negro.

Todo está cuidado. Paco, cuando le piden una Cruzcampo, saca el vaso que tiene metido en el congelador para que la espumosa parezca que viene como de Groenlandia, en vez del depósito que está debajo del mostrador.

Paco y Margari Romero con el pescado que les acaba de llegar de las pescaderías de Bellavista. Foto: Cosasdecome.

Pero el pescado frito no es lo único a destacar en este sitio. Atención, por ejemplo a pollo frito. Va, como manda la Real Escuela del Pollo Frito Sevillano: trozos pequeños, de a dos bocaos, doraditos por fuera, jugosos por dentro, con piel y con hueso, que el rechupeteo de las piezas es un valor añadido de esta tapa. Para acompañar papas fritas, pero no de paquete, sino al bastón y recien fritas. Margari señala que tan sólo aliña el pollo con un poquito de limón.

Misión A-pollo frito

Pollo frito del bar Las Palmeras 2. Foto: Cosasdecome

El apartado de guisoteos del Palmeras también merece detención. La lista no es fija pero es habitual que tengan berza, sobre todo en los días de fresquibiri, carne en tomate, carrillá, tagarninas esparragás o una caldereta de venao cuya carne está tierna y la salsa de vino tinto la embellece. La cocinera señala que la tiene «macerando en el vino unas horas» y así logra que esté más tierna.

Atención también a las albóndigas. Son de pollo y cerdo y luego van sumergidas en una salsa de almendras. La obra es del más joven de la familia, Juan Pérez, 18 años y recién salido de sus estudios de hostelería en Heliópolis y en la escuela de Cruzcampo.

Albóndigas en salsa de almendras. Foto: Cosasdecome

El sitio tiene también algunas tapas originales como su San Jacobo que sirven cubierto de salsa castellana con champiñones, muy parecido a como preparan los Anetos en Jerez de la Frontera, aunque el plato con más historia de la casa es el «plato del cura».

Al plato del cura lo han bautizado los clientes como «el serranito pijo» de Sevilla porque repite los ingredientes de este plato, pero presentados en bonito. El Palmeras 2 es un sitio en el que hay complicidad entre las dos partes de la barra. En las paredes cuelgan como un centenar de placas de matrículas de coches, pero las letras y los números han sido sustituidos por nombres de grupos de Whatsapp que tienen los amigos del establecimiento.

En la pared situada junto a la barra cuelgan los carteles con los nombres de grupos de whatsapp que paran en el establecimiento. Foto: Cosasdecome.

Así lucen letreros con sugerentes nombres como Losmalaje, los panacas, belicosos, los ocupas o las intigrantes «locas del Xixi». Bueno, vuelvo a lo del cura. Antonio María Godoy es el párroco del Sagrado Corazón, la parroquia del barrio. Le gustan los platos que preparan en el establecimiento y un dia le pidió a Margari que le pusiera algo diferente. Margari cogió unos filetitos al whisky, los situó sobre una manta de papas fritas y alrededor de la carne y las papas puso unas rebanaditas de pan con un pimiento encima. El toque final unas lonchas de jamón atocinado. Unas chicas que estaban al lado le pidieron que les pusiera lo mismo y les gustó tanto que siempre que volvían le pedían «el plato del cura»…y ahí quedo.

El famoso plato del cura. Foto: Cedida.

Como también se quedó en carta la carne mechá que hacen con una salsita con trozos de zanahoria y que ponen en un montadito y como se quedaron las codornices fritas «aunque solo las ponemos cuando encontramos pájaros del tamaño idóneo».

Horarios, localización, teléfono y más datos del bar Palmeras II, aquí.

…Y además

Y aquí un video con una de las frituras más curiosas de la provincia de Sevilla, las tarvinas de Dos Hermanas.

 

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