El hostelero astigitano y también propietario del restaurante Las Ninfas, Antonio Victorio, ha dado vida vida a un nuevo establecimiento en el centro de la ciudad que oferta más de una treintena de propuestas gastronómicas en un recién reformado edificio de dos y pisos y terraza.
Se trata de una propuesta gastronómica de altura. Concretamente de tres pisos, terraza con vistas al centro de Écija incluida. Bautizado como María Castaña por aclamación popular, fue el nombre que resultó ganador en una encuesta realizada a los que posteriormente serían sus clientes, este nuevo restaurante de «altas miras» abría sus puertas el pasado 1 de septiembre en el número 13 de la calle Emilio de Castelar. Tras él, el hostelero astigitano y también propietario del restaurante Las Ninfas, Antonio Victorio. «Queríamos ofrecer una propuesta diferente. Por eso, reformamos por completo este edificio que fue en su día otro bar y que llevaba varios años cerrado para aprovechar todas sus plantas», desvela su creador.
En ellas, y bajo la batuta culinaria de Manuel Avellaneda, también chef de Las Ninfas, se sirven más de una treintena de propuestas gastronómicas de corte innovador, la mayoría de ellas en formato tapa. «Aunque en realidad se encuentran a medio camino entre una tapa y un plato, están concebidas para compartir», aclara Victorio. Así, en la carta se pueden encontrar tanto clásicos como patatas bravas, aunque con el particular toque de la casa, hasta propuestas más originales como los gambones en tempura de kikos con hummus de aguacate, el tomate Raf con burrata al pesto con 1948 Óleum, la pizza María Castaña, la lasaña crujiente de carrillada, el tartar de salmón o el de salchichón ibérico. Además, tal y como explica Antonio Victorio, la carta cuenta con un apartado dedicado al cliente vegano y otros a los postres caseros.
En esta misma línea original y desenfadada, las tres plantas de María Castaña, con capacidad para un centenar de personas, mezclan una decoración de estilo industrial con tropical donde la vegetación, la madera y las sillas forradas de terciopelo de distintos colores son protagonistas. «Cuidamos hasta el mínimo detalle para conseguir la satisfacción del cliente», sentencia su propietario quien explica que el restaurante también cuenta con comida a domicilio y para recoger, «adaptándonos a la actual demanda».
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