Palo Cortao ha subido varios escalones de golpe. Hasta esta pasada primavera era una resultona y coqueta tabernita en la calle Castelar, cuyo éxito radicaba en el cuidado que le ponían a su oferta vinícola, especialmente a los vinos del Marco de Jerez, y que de su minúscula cocina a diario salían 3 o 4 opciones, siempre diferentes, pero que cosechaban éxitos encadenados día tras día.
Sus parroquianos, legión que no paraba de crecer, demandaban cada vez más y más. Mayor oferta gastronómica y más sitio para poder acomodarse, así que a su joven pareja propietaria no les ha quedado otra que mudarse a otra casa mayor, ya con rango de Restaurante con mayúsculas, donde el cocinero Ángel Rodríguez aún no se cree que pueda hasta correr entre sus flamantes fogones –en la anterior no podía ni, literalmente, darse la vuelta-, mientras que la sumiller y jefa de sala, Ana Hergueta, podrá extender su bodega hasta el infinito y más allá, que es con lo que en realidad sueña.
Ambos han podido por fin ver cumplido su anhelo de abrir negocio propio en la céntrica calle Mercedes de Velilla, junto a la plaza de San Pedro, después de recorrerse media España juntos. Ana estudió Enología y Química en la Universidad de Córdoba, mientras que Ángel salió de la Escuela de Hostelería Gran Capitán. A partir de ahí, Huesca, Cáceres, El Puerto, Madrid… cada uno en lo suyo, pero siempre lo más cerca posible. Así, entre muchos otros destinos, Ana pudo ejercer de enóloga en la bodega de Somontano de González Byass, Viñas del Vero, y Ángel pasó por diversos hoteles, como el exclusivo Finca Cortesín, en la Costa del Sol, o los Fontecruz de Cáceres y Sevilla. Tras tanto cambio, tomaron la decisión de asentarse y montar negocio juntos, naciendo hace dos años y medio, el Palo Cortao original de Castelar. El éxito creciente les empujó a crecer y la búsqueda de locales por toda Sevilla finalizó en mayo pasado cuando se les cruzó en su camino la oportunidad de trasladarse a su nueva sede, inaugurada el pasado 1 de octubre, donde ya pueden expresar con soltura todo lo que llevan dentro.
La sala dispone de 10 mesas, a las que se suman las 6 de la terraza y una amplia barra. En la parte comestible Ángel Rodríguez apuesta por una cocina tradicional, con una escrupulosa selección de productos de mercado, hasta tal punto que la parte móvil que forman los fuera de carta es tan extensa como la propia parte fija del menú. En estos días no faltan los platos con setas, perdiz, puerros o alcachofas, aunque la oferta siempre es mayor en pescados que carne, partida que domina a la perfección el joven chef. Rara es la mesa en la que no se ve su famosa caballa marinada, sus albóndigas de choco de tradicionales maneras o los originales puerros con carbonara de mejillones.
En la parte líquida, sin duda una de las fortalezas del local, oficia con mando en plaza Ana. En la actualidad cuenta con más de 80 referencias de generosos, prácticamente todos catables por copas, destacando por ejemplo el lujo de poder degustar el palo cortao de 100 años de Sacristía AB (a 30 euros el pelotazo) o el mítico amontillado Quo Vadis? de Delgado Zuleta a 15 euros. La extensa bodega de Palo Cortao se completa con 30 referencias de tintos y 20 de blanco, que su sumiller suele ir cambiando a menudo. Para principios de año tienen previsto anunciar un amplio y ambicioso programa de catas y cenas maridadas.