Casa Consuelo, en Nervión, ofrece una acertada combinación entre guisos caseros, cuidadas frituras de pescado y alguna sorpresa carnívora que le han convertido en uno de los sitios de moda en la zona
Son discretos. Visten de negro, tanto los cocineros, como los camareros, como si quisieran pasar lo más desapercibidos posibles. En las mesas del salón no hay manteles de hilo, pero Francisco José García Fernández, está atento a cambiarte los platos en el momento que ve que están ya manchurreados del rebañeo. Siguen teniendo menú del día a 9,50 de lunes a viernes y su estética es de bar de barrio. Pero en Casa Consuelo, comidas caseras, como dice el letrero de la puerta, han conseguido elevarse y ofrecen una de las cocinas tradicionales más interesantes de Nervión. No se te ocurra ir un fin de semana si antes no has reservado porque la cosa está concurridita.
Aquí no hay pamplinas. La actividad empieza a las siete de la mañana para ofrecer desayunos. Atención al pan que traen de la panadería de Joaquín Portillo de Alcalá de Guadaíra. Hay distintos «untables» y tortilla de patatas los miércoles, pero la estrella de la casa en el desayuno es la carne mechá que elabora Consuelo Fernández García, la que lo empezó todo, allá por el puente de agosto del 2015, cuando a sus 52 años decidió ponerse al frente de un negocio propio, arreglando «en poco más de dos semanas» un bar que se había quedado libre en la plaza Pintor Amalio García, a solo unos metros de una de las principales arterias de Nervión, la avenida San Francisco Javier.
Nació en San Pablo…»Ay, no me pongas la edad, chiquillo», dice mientras se suelta el pelo para salir más arreglaíta en la foto. Su mejor profesora dice que fue su abuela, Ana Joaquina Botana. «Bordaba el gazpacho. No he probado ninguno igual. Me subía en una silla de chica para ver como cocinaba». Confiesa que desde su juventud le atrajo lo de la cocina. Trabajó en varios oficios hasta que al final comenzó su relación con la hostelería en un bar de su hermana, donde ya destacó por su buena mano en los fogones. Luego también tuvo la oportunidad de conocer la cocina innovadora en La Mogijata, a donde se la llevó el gastrónomo Fernando Huidobro luego de verla cocinar en el bar de la hermana de Consuelo.
En «Casa Consuelo» le acompaña su hijo, Francisco José García Fernández, 37 años y barba cuidada y generosa, que se ocupa de atender las mesas. En la cocina reina Consuelo junto al cocinero venezolano Victor Ocando, de 36 años y que ya lleva 2 en la casa, tras pasar antes por sitios de prestigio como La Pepona o Tradevo. Consuelo señala que «Victor y yo nos compenetramos muy bien. Aprendemos el uno del otro. Yo aporto la cocina tradicional y el sus toques de cocina innovadora y su maestría con los pescados».
En el sitio hay como ramalazos de restaurante de postín, pero todo con mucha humildad: Un antiguo tapero ha sido reconvertido en expositor de pescados. Se los trae la pescadería de los Hermanos Rosso de Sevilla. «Saben que nos gusta lo bueno y nos lo seleccionan». Tras el cristal hay acedías, pijotas, calamares de potera, boquerones, pero también se pueden encontrar piezas menos habituales como urtas, pargos, corvinatas o especialidades poco vistas por la ciudad como el pez loro, el San Pedro, el pez limón, el mero o el pámpano.
Lo habitual es que los presenten fritos, a taquitos y con las espinas y la cabeza, también pasadas por la freidora, puestas en el mismo plato, lo que le da una presentación más espectacular. Es lo que se conoce como pescado frito presentado «a la gaditana».
Consuelo señala que «lo que no traemos es dorada y lubina, porque los clientes no los piden. Se han acostumbrado a venir aquí a comer algo diferente y les gusta que les sorprendamos». También preparan los pescados hechos a la plancha, también en tacos, otro toque original, al igual que la guarnición que, cuando lo encuentran en el mercado, es a base de boniatos fritos.
La comida en Casa Consuelo empieza con una ollita de menudo. En una panera descansa, listo «para entrar en combate», el pan de Joaquin Portillo de Alcalá de Guadaira. La cocinera confiesa que «a mi no me gusta el menudo» y eso le llevo a cortar todos los ingredientes muy pequeños. La salsa es untuosa. No lleva ni garbanzos, ni patatas y, para complementar, un poquito de chorizo. La ollita de cerámica queda más limpia que la fuente del anuncio de Fairy.
El catálogo de platos de moja pan de Casa Consuelo también incluye el pisto de verduras, partidas en generoso con huevo o unos fideos tostados con marisco. Cada día tienen un guiso diferente al mediodía y los calamares a la riojana, aunque no están siempre en carta, es uno de los platos más aplaudidos del local.
La personalidad es el rasgo más presente en el establecimiento. Todo tiene el sello de la casa. Así ocurre con unas croquetas de esas bien despachadas de relleno que casi parecen albóndigas de todo lo que llevan por dentro. Las hacen de varios tipos. Probamos las del cocido, presentadas sin salsas para acompañar, ni detalles de embellecimiento. Se acompañan de unas patatas paja y listo. No le ponen bechamel, solo caldo.
Esa misma originalidad se deja ver en aperitivos como los lomos de anchoa que ponen sobre un tomate elaborado por ellos o en unas sardinas marinadas sobre puré de berenjenas. Atención al atún en escabeche de la casa. El pescado está jugoso. Se presenta frio y acompañado de algunas de las verduras en el que se ha marinado. También original un bacalao, en taco y ligeramente frito, que va sobre una salsa de pimientos y luego cubierto con un alioli ligeramente tostado en el horno.
En los últimos años se han subido también al carro de la carne. Sobre el mostrador hay un pequeño frigorífico para conservar los cortes de carnes que ofrecen. Suelen tener diversos tipos de vacuno, pero también tienen otras propuestas muy seguidas. La que cuenta con más adeptos son las costillas que hacen a baja temperatura. A veces también ofrecen codillo y no falta tampoco guisoteo con una carrillada guisada al Pedro Ximénez.
Hasta unas simples alitas de pollo llevan un toque original ya que la salsa, con un toque picante que llevan por encima, también está elaborada en el establecimiento. Lo mismo ocurre con unos rollitos de rabo de toro que van sobre una original crema de calabaza o con un revuelto de morcilla y piñones.
Reconocen que han evolucionado a restaurante. De todos modos siguen manteniendo bastantes tapas en su pequeña carta que se presenta sobre una sencilla cuartilla cubierta con plástico para evitar los manchotes de salsa. Los postres siguen la línea de la casa y alternan un arroz con leche clásico con un dulce de plátano con reducción de coco.
La comida para dos personas salió por 32 euros, precio de bar de barrio, pero con cocina y servicio propio de restaurante.
Horarios, localización, teléfono y más datos de Casa Consuelo, aqui.
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