El Bar Casa Pacheco sirve unos peculiares platos con patatas tipo feria que preparan ellos mismos desde la década de los 30 del siglo XX y que se han convertido en una de las tapas más populares de Cazalla de la Sierra
Un inmenso lebrillo de barro preside la cocina de Casa Pacheco. Dentro contiene un buen montón de patatas fritas de las de feria. Rafael Pacheco Sánchez, 56 años y desde pequeño en el bar familiar, va cogiendo montoncitos de patatas y las va colocando en un plato redondo de los de café hasta formar una especie de montaña patatera. Desde la cocina -«y aquí está el momento más peligroso porque como lo muevas mucho se te caen»- las lleva hasta la barra o incluso hasta la terraza donde se encuentran los clientes.
Las patatas fritas del bar Pacheco se han convertido en una de las tapas más populares de Cazalla de la Sierra, en la Sierra Norte de Sevilla. Rafael las hace igual que su padre, Rafael y este las aprendió a hacer del abuelo Carmelo que fue quien fundó el bar y el primero que empezó a hacer el famoso plato.
«Las tratamos de tener todos los días, aunque a veces, los fines de semana, si hay mucha bulla, pues no nos da tiempo a hacerlas. Se hace un lebrillo y cuando se acaban se acaban… porque esto lleva su tiempo» indica Rafael.
Las elaboran tan solo con patatas del tipo «agrias», que son las que suelen utilizar casi todos los freidores especializados en patatas fritas de la provincia. «Solo utilizamos las que nos traen de aquí del pueblo, porque con otras no salen igual. Las primeras nos llegan en junio y hasta que se acaben. En algunas ocasiones se nos acaban en enero y en otras, como este año, tenemos más porque con lo del Coronavirus hemos tenido abiertos menos días».
Las patatas las fríen en un perol que instalan en la cocina y para hacerlas emplean aceite de oliva virgen de Cazalla Oliva, una almazara de la localidad.
La tapa se ha convertido en una de las más populares de Cazalla. Rafael cree que las empezó a hacer su abuelo, Carmelo Pacheco, que fue el que fundó el bar en el año 1932, en un local cercano al actual donde se trasladaron en 1935. «Yo creo que las hacía desde el principio. Antes la tapa era aún más difícil de servir porque las patatas las poníamos en los platos ovalados de loza blanca (las populares rabaneras) y era más fácil que se cayeran».
En este video puedes ver como se forma «la montaña» de patatas del Bar Pacheco
El sitio conserva el encanto de los bares antiguos. Hay barra, montada sobre un suelo de los hidráulicos. El salón lo preside un gran espejo enmarcado con un voluminoso y llamativo armazón de madera. Abajo unas mesas que también tienen historia y son de esas que había en los establecimientos en la segunda mitad del siglo XX. Dentro un segundo salón alicatado hasta la mitad de la pared y que luce mesas y sillas de madera. Fuera una terraza bastante agradable. El sitio no tiene nombre en la puerta, pero tiene mucha historia.
En el Pacheco se come sobre todo a base de tapas. Rafael, que sucedió a su padre en la gestión del bar ,»donde estaba ya con 7 u 8 años secando los tenedores», señala que las más solicitadas son el venado en caldereta, con la que ganaron incluso un concurso local de tapas, el menudo, las albóndigas o varios tipos de croquetas que elaboran ellos mismos. Tienen también carne ibérica, un producto típico de Cazalla, y algunos platos locales como el guiso de pestorejo (careta), un plato que se hace con la piel de la zona de la cara del animal. En temporada también tienen setas o espárragos trigueros que preparan en tortilla.
Casi todas las tapas van a tres euros, aunque las patatas salen a 2.
Horarios, localización, teléfono y más datos del bar Pacheco, aquí.
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