El establecimiento pone en marcha una barbacoa alimentada con carbón de encina y en la que asa pescados de roca o navajas a los que se puede añadir un aliño elaborado por ellos

 

La Pescadería, el restaurante especializado en mariscos y pescados de Villanueva del Ariscal ha incorporado a sus instalaciones una nueva barbacoa en la que van a asar pescados de roca enteros o también en trozos, además de algún marisco. El estreno tiene dos novedades importantes, por un lado que en ella asarán rodaballos salvajes que suelen traer desde Portugal y por otro que los pescados serán «bendecidos» con «agua de Rocío» un peculiar aliño inventado por el gerente del establecimiento, Antonio Rivero Mayorga, y que lleva agua de mar, aceite de oliva, orégano, romero, tomillo, pimienta, limón y sal.

De esta forma el personalísimo restaurante de Villanueva se acerca al estilo de los asadores vascos que también están especializados en hacer pescados enteros a la barbacoa, introducidos en unas besugueras y que luego rocían, como en el caso del famoso ElKano de Guetaría con «agua de Lourdes».

La idea de Antonio con este «agua de Rocío» es acompañar los pescados que se hacen a la parrilla. Esta se alimenta con carbón de encina que traen desde Extremadura. «El aliño lo ponemos en un cuenco al lado del pescado y el cliente, si lo desea se lo añade».

Este hostelero, que fue también pescadero anteriormente y que recorre cada semana la costa de Huelva y Portugal para encontrar la materia prima que sirve en su establecimiento, señala que «aquí haremos, además de rodaballos salvajes, borriquetes y otros pescados de roca, además de corvinas o meros partidos en trozos. Además estamos haciendo también mariscos como las navajas «que están gustando mucho al público».

Para acompañarlos los clientes pueden escoger entre varios y originales guarniciones que van desde unos pimientos asados en conserva que hacen ellos mismos, hasta un couscous marroquí o un pisto de verduras.

El establecimiento también se ha renovado esteticamente y cuenta ya con tres pequeñas terrazas (dos de ellas se pueden reservar para grupos) cada uno bautizada con el nombre alusivo a un mar (Mediterránea, Atlántica y Cantábrica). Además han arreglado un pequeño huerto que hay junto al restaurante y donde crecen algunas verduras y frutas para que pueda ser visitado por los clientes. «Intentamos demostrar al público que todo lo que hacemos aquí, es artesanla, elaborado por nosotros» señala Antonio.

También han incorporado a la carta algunos postres como sorbetes de limón y de mandarina y también recuperan un postre de la familia, «la fachenda», unos huevos nevados acompañados con una especie de flan ligero.

El establecimiento abre ahora los miércoles por la noche noche y de jueves a domingo medios para almuerzos y cenas.

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