El Bar Avenida de El Viso del Alcor es uno de los establecimientos más curiosos de la provincia. Por la mañana sirve desayunos, con una pringá para bailarle por sevillanas y luego ha eliminado el tapeo para cambiarlo por tarrinas de guisos de mojá pan para llevar
Antonio Vergara Santos, 50 años, llega cada día a las cinco menos cuarto de la mañana al bar Avenida, en la calle Carlos Méndez de El Viso del Alcor, una de las capitales del cuchareo en la provincia de Sevilla. En la cocina le esperan 3 grandes perolas con capacidad, lo menos, para treinta kilos de material «pa mojar pan» y otras ollas de diferente tamaño para más guisoteo. Hasta ocho guisos forman el «cuadro de la fama» de este peculiar establecimiento que comenzó a funcionar, aunque en otro lugar de la población, allá por mayo de 1936.
Antonio repite la misma rutina todas las mañanas, excepto los domingos, «que es para descansar». El sitio tiene muchas curiosidades y una historia que les llevó allá por el año 2015 a dejar de usar tenedores, a abandonar las tapas, para centrarse solo en los desayunos y las tarrinas de guisos para llevar, porque este establecimiento inventó lo de la comida para llevar mucho antes de que se hablara de ella en Sevilla. Fue cuando Carmen Santos Bonilla, la madre de Antonio, cuando todavía estaban en el siglo XX, empezó a despachar menudillos de pollo y menudo a las vecinas que se acercaban hasta el bar con sus propias cacerolas, para que Carmen se las llenara de mercancía de mojá abundante pan.
La historia hostelera de la familia comienza en mayo de 1936, cuando la guerra. Manuel Santos Muñoz, el abuelo de Antonio, puso entonces un bar en la calle Rosario de El Viso. Manuel era conocido con el apodo de «El Chichi, porque era muy poquita cosa, muy delgado» y así era conocido el establecimiento. Hoy en día el bar Avenida lleva un sobrenombre como muy bien se ve en las cristaleras del establecimiento donde se puede leer «El Chichi» debajo del nombre oficial del sitio y en homenaje al bar del abuelo.
El guisoteo se convirtió pronto en la estrella del bar Avenida gracias a las manos de Carmen Bonilla, la abuela de Antonio. Ella fue la que empezó a dar fama a la cocina del establecimiento que iría pasando por diversas sedes en la calle Corredera y la avenida 12 de septiembre, hasta que en 1981 se trasladan a la calle Carlos Méndez, primero a un local situado frente al actual y luego, en el sitio que ocupan en este momento. Es entonces, cuando pasan a llamarse Bar Avenida.
El establecimiento es amplio. Tiene una barra de lo menos siete metros de largo, con algunos banquitos para sentarse y un comedor con una quincena de mesas, más o menos, que tampoco me puse a contar, la verdad, visiblemente emocionado que estaba yo tras probar la pringá de la casa…luego te hablo de ella que me obnubilo.
Fuera hay también terraza cubierta. Seguimos con las curiosidades. El sitio abre a las cinco y media de la mañana y sobre las doce, como si fuera una farmacia de guardia, se cierra y tan sólo queda disponible una ventana lateral, que está «de servicio» hasta las dos y media de la tarde…la hora de almorzar. Por ahí se expiden, que es un verbo muy fino, las tarrinas de guisos de la casa. Las hay de medio kilo, como para dos, y las de kilo, que son ya cosa de familia. El precio oscila (las de medio kilo) entre 4 y 6 euros.
Vamos a madrugar, porque las excelencias de la casa, las cosas cuidadas, comienzan desde temprano. Para dar una idea del nivel de exigencia del local el pan que ponen para desayunar viene de hasta cinco panaderías diferentes: El Pova, Tatachín, Pacheco, Pinepan y Kilin todas de El Viso del Alcor. Dejarse de pamplinas. Aqui no hay ni pan «chía», ni de semillas de amapola…porque esas cosas «no panidan» bien con la pringá de la casa…otra vez la pringá…no dejo de pensar en ella.
Aquí hay molletes, pan de viena y pan integral…eso si todo pasado por el tostador para que el calor haga sudar a la parte «mantecosa» del espectáculo. Hacen ellos mismos manteca blanca y manteca colorá aromatizada con su poquito de pimentón y ajo. También es propia la carne mechá y cortan jamoncito «atocinado» en categoría de jamón de recebo y que llega desde Cortegana (Huelva). «Aquí cortamos cada semana 3 jamones para los desayunos».
Pero la gran estrella de la casa es la pringá. La pareja de baile, en mi caso, fue un mollete «barrigón», de esos que son menos planos, que venía de Panipan. Ya viene de cocina con la pringá untada y acompañado de un cuchillo «enfoscador», de esos de mango amarillo. La obra es de Carmen Santos Bonilla, que es la que fijó la receta actual que cocinan su hijo Antonio, su esposa, María José Ortiz y el primo de ambos, Alfonso Rodríguez Santos.
El bar lo atienden en la actualidad hasta siete personas para dar idea del volumen que manejan. La pringá del Avenida es original. No se atiene a los cánones clásicos y la clave está en que lleva un poco de verdura que la aligera y la pone jugosa. En la parte carnívora lleva paleta de cerdo, tocino de papada y del fresco, morcilla de la carnicería Antunez de El Viso. «Si no se la ponemos de esa carnicería no sabe igual» señala Antonio y luego los aderezos: cebolla, pimiento rojo, pimentón y un poquito de tomate.
Todo se elabora en cacerola y al final se pasa por la «Thermomix» hasta que queda una textura «de todo picaito». El resultado es sutil, suave, elegante. La pócima se ha hecho tan famosa que ya también la venden en tarrinas para llevar.
Pero la segunda pata de interés tapatológico del Avenida viene del guisoteo. Carmen Santos, ya jubilada pero que todavía acude por las mañanas al bar para desayunar y «pasar el ratito» fue una pionera en lo de la comida para llevar. Ella fue la que comenzó a servir guisos en las cacerolas que traía la gente de su casa. Luego ya surgieron las tarrinas de material plástico y la cosa comenzó a crecer, tanto, que en el año 2015, Antonio toma una decisión: «Se me había ido uno de los trabajadores más importantes del bar y pensamos que en vez de trabajar más, lo que haríamos sería cambiar nuestra manera de funcionar. Quitamos las tapas y nos centramos en la comida para llevar». La cosa ha sido un acierto. Para hacerse una idea del éxito de la propuesta del Avenida, en verano, cuando vienen «los parcelistas», como llaman a los que pasan el verano en las casas de la zona, pueden llegar a vender 200 kilos de menudillos a la semana.
Es la estrella de la casa un guisito con mollejas de pollo y, de regalo, algunos pedacitos de chorizo. El guiso va «en colorao» y lleva su poquito de pimentón, laurel y un chorrito de vino de Montilla. Lo hacen en olla express y luego lo rematan, añadiendo el tomate frito en unos grandes peroles y Antonio señala que «la clave está en el fuego lento. Aqui todo lo hacemos con tranquilidad. Las ollas están mucho tiempo en la lumbre, sin bullas». Tan sólo hacen en olla express los menudillos y el menudo, un clásico de El Viso.
Ya Sergio Martínez, del bar Casa Paco, de El Viso, me había advertido que tenía que probar este establecimiento…y no se equivocó en nada.
La lista «guisotera» incluye carne en tomate, riñones al Jerez, higaditos de pollo, carrillada, albóndigas, espinacas con garbanzos. A ello suman la pringá, ensaladilla y papas alioli…y se acabó. No venden ni pan para acompañar, ni papas fritas, ni postre…eso es lo que hay…y es mucho.
Horarios, localización, teléfono y más datos del bar Avenida, aquí.
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